Un lugar que rompe con algunos esquemas
Cuando nos hablan de un restaurante a pie de playa es inevitable que nos venga a la mente la imagen de un chiringuito de playa, pero reflexionando un poco sobre ello no podemos dejar de reconocer que estamos reviviendo un estereotipo. No todo tiene que ser igual. Abundan los restaurantes para “guiris” que también frecuentan muchos nativos, no lo vamos a negar, son esos que van a la playa y hacen una pausa de sol y arena a la hora de comer para embutirse una “ensaladita” que precede a una pseudo paella mal cocinada y peor servida, acompañada de la inevitable sangría.
Afortunadamente cada vez son más los casos en que nos podemos encontrar con restaurantes a pie de playa donde tienen auténtico interés por hacer las cosas de otra manera. En este sentido La Malvarrosa-Patacona se perfila como un referente de futura buena cocina, aquí está Casa Carmela y próximamente Begoña Rodrigo (ganadora de Master chef) abrirá su nuevo local.
En esa línea también está BRASSA DE MAR. A pesar de ser un lugar polifuncional. ¡Me explico! En él tienen cabida aquellos a los que me he referido al principio (ensaladita, paella y sangría), también tiene una zona dedicada a copas, sobre todo para la noche, pero además hay dos ambientes: la terraza, para los que quieren disfrutar de la proximidad del mar (nada en contra de ello, yo la he disfrutado gratamente) pero hay también, en el primer piso, un restaurante dotado de mejores condiciones y ambiente más relajado, para disfrutar de una comida más placentera y bien atendida.
El personal, al igual que el local, también es polivalente, algunos de ellos tienen dotes para ejercer como buenos profesionales en cualquier restaurante de buen nivel, pero seguramente por la demanda estival, también hay algunos que demuestran que lo suyo no es la restauración. Hay que destacar de entre todos ellos la excelente labor del encargado de la sala, Héctor. Un buen profesional que sabe en todo momento lo que el cliente puede necesitar o está demandando. Es el puntal del negocio. Buenas maneras y dominio de sus funciones lo definen. Es imprescindible contar con él para disfrutar de una comida especial.
La carta es amplia, bastante extensa para lo que se espera de un local a la orilla del mar. El estilo es de cocina mediterránea y basada en el mercado. Esto lo demuestra que en alguna ocasión no existe la posibilidad de pedir un plato porque el producto es de temporada y no hay existencias. La presentación de la carta no es de mi agrado, viene impresa dentro hojas plastificadas y en un formato que me recuerda a una pizzería, sería más práctico, en la era de la informática, tener una parte de la carta con los platos fijos que demandan los clientes asiduamente, que no dependen del mercado y una segunda parte con los platos de temporada y evitar tener que decirle al cliente que lo que ha pedido no se le puede servir aun estando en la carta.
Lo que ofrece la carta, a partir del concepto de gastronomía mediterránea y de mercado, es una cocina de línea creativa, sorprendente en algunos casos, pero sin artificiosidades, respetando la base del plato que es el producto. En general con buena elaboración y producto de calidad.
Existe un menú del día.
y un menú especial de fin de semana
Abre todos los días, pero el menos recomendable parece ser el lunes, por el desabastecimiento de materia prima.
De aperitivo se sirve un tarrito con all i oli
La presentación del pan es original y lo protege de contaminación y sequedad.
Estos son algunos de los platos que he tenido ocasión de probar recientemente.
Sashimi de atún marinado con crema de aguacate y polvo de pistacho. Es uno de los fijos, está bastante conseguido.
Calamar de playa con langostinos a la brasa. Se anuncia así, pero en realidad se sirve con gambones. Está siempre tierno y jugoso, con una elaboración compuesta, plancha el cuerpo del calamar y rebozado y frito la cabeza y patas. También lo he pedido en casi todas las ocasiones. Imprescindible.
Gratinado de parmesano con tiras de sepia, habitas confitadas y tomate seco italiano. Interesante.
Croquetón de boletus casero. Lo de croquetón es una exageración, pero están buenos. Sin haberlo pedido me pusieron dos de boletus y dos de jamón, supongo que con intención de sorprenderme.
Bouquet de patatas trufadas con huevo, jamón y láminas de trufa negra. Este es uno de los platos a los que me refería que no deberían aparecer en la carta. Ahora no es temporada de trufas y no es posible ofrecer un buen producto. Desde luego imposible servirlo en verano con tuber melanosporum fresca.
Triángulos de pan de pita, con hummus, pate de berenjena y aceitunas gourmet.
Bravas de autor. Una presentación diferente, asadas con su propia piel y acompañada de una salsa especiada.
Arroz “brut” con ajos tiernos, chipirones con su tinta, setas shiitake y gambas. Excelso, casi siempre. El lunes estaba más flojo.
Arroz con solomillo, setas y foie. Otra de las maravillas que saben hacer muy bien, cuando lleva todos los ingredientes mencionados. Lo he probado tres veces, no sucedió lo mismo un lunes, que se elaboró con pocos ingredientes y setas “pleurotus ostreatus” (vulgar seta de cardo de los supermercados). Este arroz no figura en la carta.
Muerte por chocolate. Tarta en la que no se ha escatimado el chocolate, para los golosos e incondicionales del cacao.
Con respecto a la carta de vinos, está claro que la demanda es la que marca las tendencias y no parece que se consuma mucho a la orilla del mar, aunque no hay ningún motivo para que no se haga. Al estudiarla un poco y comparar con los platos, se aprecia una descompensación de vinos tintos frente a la oferta de blancos, teniendo en cuenta que la carta invita más a consumir blancos que tintos. Lo mismo resulta si pensamos en la ubicación del restaurante frente al mar. Dentro de los tintos también echo a faltar más referencias de tintos jóvenes, que se pueden tomar frescos y acompañar a la mayoría de platos, por la misma razón que los blancos. En conclusión hace falta un sumiller que seleccione los vinos para la carta y aconseje a los clientes sobre los más adecuados para acompañar a los platos que se ofertan.
Con respecto a la cerveza no hay problema, solo hay una, Heineken, si te gusta bien, si no te aguantas y no bebes como hago yo.
No obstante lo anterior hay bastantes aciertos, como este albariño Mar de Frades, con más de un año en botella como se recomienda para los buenos vinos gallegos de esta denominación.
O como este Finca Moncloa de las tierras de Cádiz. Muy interesante, elaborado con tintilla de Rota, una uva poco frecuente para los de aquí. Muy recomendable y armoniza bien con la carta de platos.
Una buena opción para comer junto al mar.
BRASSA DE MAR. Avda. Mare Nostrum, 50, 46120 Alboraia (Valencia) Teléfono 963 55 70 46