Muchas felicidades a Miguel Barreda y todo su equipo!!!
Una cocina sabrosa basada en el producto de proximidad.
La cocina de Miguel Barreda justifica sobradamente el desplazamiento hasta la Vall d’Alba (Castelló). Miguel se encuentra aquí en su tierra, y de los alrededores obtiene la gran mayoría de los productos que utiliza en su cocina, es una auténtica cocina Km 0. Algo de lo que tanta gente presume y que pocos cumplen en realidad. Aquí si, aquí se provee de las verduras y frutas de la masía de su familia. El pescado y marisco de la lonja de Castellón y el cabritillo del Maestrazgo. Producto local por excelencia. Como se ve en la entrada tiene concedido un sol Repsol, está nominado para estrella Michelín 2014 y recomendado en la guía de Antonio Vergara.
El local es agradable, decoración moderna y de líneas elegantes.
Las mesas amplias, con manteles de calidad, como deberían seguir haciendo todos los buenos restaurantes, en lugar de dejar las mesas desnudas. Seguir la moda no siempre es un acierto. A mi me sigue gustando la mesa con mantel. La cristalería Schott. ¡Bien!
En la carta existen varios menús para elegir, desde sencillos y cortos hasta extensos y completos. Incluso ahora hay uno histórico, que no figura en la carta, para hacer un recorrido por los platos más representativos de la cocina de Cal Paradís. Ahora os invito a escuchar este tema de Cinema Paradiso.
La carta de vinos sin ser muy extensa está bien confeccionada, incluso con una buena representación de vinos de la tierra.
Yo me decanté por este Roda. Un vino elegante, suave, sabroso y servido a buena temperatura. ¡Exquisito! Aquí podeis encontrar la ficha del vino.
El pan crujiente y de miga blanda y blanca. Ya se le empieza a dar la importancia que tiene el pan en los restaurantes. En este caso un buen pan.
Sirven un aceite de Cabanes, a poca distancia de Vall d’Alba, que está bueno. Elaborado con las variedades farga y arbequina.
Para empezar a preparar las papilas un pan con tomate de “penjar”. Todo el menú me pareció exquisito, con sabor y autenticidad, tanto en cuanto a las materias primas como a la elaboración
El aperitivo era de aceitunas en tempura con romescu y oliva negra rallada. Sabrosas.
Empezó el menú con un boquerón marinado, relleno de mejillón y aire de mejillón. Buen punto del marinado.
Hueva de pargo y picadillo de encurtidos.
Tomate de “penjar” asado a baja temperatura en varias fases, relleno de sardina de bota y ajos asados.
Ostra con jugo de hierbas de temporada y una lámina de tocino.
Gamba roja con su caldo, anchoa y aire de romero.
En este punto de la comida con unos sutiles y extraordinarios aromas impregnando mi olfato, entró en el comedor una señora dejando un intenso rastro de perfume que lo fastidió todo. Reclamo un poco de respeto para el resto de comensales, los perfumes deberían ser sutiles, para agradar y no para molestar a los de tu alrededor y en un restaurante aún más. Ese exceso de perfume me parece hasta chabacano (ordinario, de mal gusto, grosero). Afortunadamente se sentó algo alejada de mi.
El bocadillo de sepia con tomate y all-i-oli tostado me pareció el mejor plato de todos. Muy logrado. Ya he dicho que todos estuvieron a gran altura, pero éste es el que mejor recuerdo me ha dejado.
Ravioli de nabo relleno de gallina, con almendras tiernas.
La huerta en el plato, así se presenta. Es una crema de verduras acompañada de verduras salteadas, patata líquida y trufa de verano.
Caballa escabechada con alcachofas y ralladura de naranja. Para acompañar este plato pido una copa de fino. Tanto el escabeche como las alcachofas no van con el vino.
Callos de bacalao, piel de bacalao y bacalao. Todas las partes comestibles del bacalao. Los garbanzos pura manteca.
Ropa vieja, como una croqueta, con garbanzos, perrechico y trufa de verano.
Carre de cabrito. Tierno y muy sabroso.
Milhojas de queso con membrillo y uvas.
Sopa de coco con helado de mango.
De café pude elegir un blue montain. En pocos sitios tienen variedades de café para elegir.
Como he dicho un sitio al que vale la pena desplazarse. Miguel me dijo que el 80% de sus clientes vienen de Valencia. Es lógico, dada la distancia y la exclente carretera, la CV-10 te lleva casi hasta la puerta.
Un lujo tener un restaurante en un pueblo de apenas tres mil habitantes en el interior de Castelló, con una nominación a estrella michelín y un sol Repsol.
Los precios de los menús son: Menú de arroces, con dos tapas y dos entradas, 30 euros. Se pueden elegir varios tipos de arroz, entre seco y meloso, de carne o de pescado.
Menú tradición 42 euros, cinco platos y postre.
Menú Gastro Mercado 58 euros, seis entradas, carne, pescado y dos postres. Todo vale lo que cuesta.
CAL PARADIS
Avda. Vilafranca 30. Vall d’Alba (Castelló) Teléfono 964 320 131