Este restaurante es seguramente uno de los más frecuentados por los turistas, no destaca por su comida, que está compuesta por clásicos platos de la cocina estadounidense con algunos añadidos de cocina internacional. Tomamos dos clases de tortitas de desayuno, unos huevos a la Benedictine, una tostada francesa, muy rica, y un burrito de desayuno. De beber cafés y batido de chocolate. Raciones abundantes. Hay turno para entrar según la hora que elijas mayor o menor, nosotros fuimos a las 10 de la mañana y casi no esperamos nada. Y como no admite reservas hay que hacer la fila. Lo que lo hace atrayente es que sus camareros amenizan la estancia cantando por turnos. Abre desde las 7 de la mañana hasta la media noche y durante todo ese horario los camareros no dejan de cantar. Hay que reconocer que lo hacen bastante bien, ya que todos ellos aspiran a participar en los espectáculos de Broadway.