Lo primero que llama la atención en este restaurante es su diseño y su distribución de espacios: el bar es más informal, luego el restaurante gastronómico y la lonja o trastienda. El bar tiene se propia carta y el restaurante es el lugar en el que la cocina de Fran Suerol se despliega con fuerza. La carta es una oda al mar. Los platos son tradicionales, elaborados con producto de proximidad y ejecutados con buena técnica y una mirada vanguardista y cosmopolita. Una carta que cambia con cada ciclo del año y, además, una bodega amplia pero anclada al entorno y mucho cóctel para disfrutar del momento.