Siguiendo con los vinos de tapón de rosca, hoy le toca el turno a uno blanco, concretamente de la variedad chenin blanc. El Hazy View de Sudáfrica. Cosecha 2008. Recordad que alli, al estar en el hemisferio sur, las estaciones van al contrario que en España, por eso la cosecha del 2008 se recogió en el primer trimestre del año y no en septiembre como aquí.
La chenin blanc es una uva autóctona del valle del Loira, pero se ha extendido su cultivo por todo el mundo, en España no parece muy habitual, aunque hay algunos vinos que ya la incorporan en sus coupages, como el Clos María 2006, vino blanco con crianza, D. O. Montsant. Productor Finca Mas Perinet. Uvas: garnacha blanca, chenin blanc y moscatel de grano menudo.
Es una variedad que se utiliza para vinos tranquilos y también champagnes. Y lo mismo se consume como vino joven que como crianza, seco o dulce. Vamos que es una uva muy versátil.
El que pruebo hoy es un vino joven, con 12,5º de alcohol, sin crianza ni mezcla con otras variedades, es un monovarietal. Está embotellado con tapón de rosca lo cual, al tratarse de un vino muy joven, no tiene ninguna trascendencia. El vino está en perfectas condiciones.
Tiene un color amarillo pálido, con algunos reflejos metálicos, acerados. De aspecto limpio y brillante, con una intensidad de color baja, es un vino casi transparente. Con mucha imaginación se puede percibir algún reflejo verdoso, pero no es relevante.
En nariz tiene una calidad de aroma muy bueno, aunque no es demasiado intenso, es un aroma de intensidad media, pero muy elegante.
Recuerda a los aromas de las flores blancas, al albaricoque y a ciertos aromas cítricos que mezclados con el del albaricoque me recuerdan el aroma del mango.
En la boca es un vino fresco, debido a su intensa acidez. Una acidez que hace salivar bastante y da esa sensación agradable de frescor. En la boca se hace sentir y deja un gusto largo.
En el posgusto, por vía retronasal, vuelve a recordar a la fruta ácida.
Resulta un vino agradable de beber. Una variedad poco conocida por mí, pero que tiene mucho juego, por lo visto.
La literatura dice que uno de sus aromas esenciales es el de la miel, yo no lo he percibido en la copa. Con la botella vacía y ya caliente sí parece percibirse algo de aroma dulzón que recuerde a la miel, pero con el vino fresco y joven no se apreciaba.
Tal vez el aroma a miel sea más característico de los blancos de chenin con crianza en madera, y en los elaborados dulces casi con toda seguridad. También la zona de cultivo es determinante para los aromas, sobre todo para los de origen mineral.
Una sorpresa agradable, un vino que se deja beber con gusto y encima a un precio muy interesante, creo que pagué algo más de cinco euros por él.