Ya están aquí. Llevaba mucho tiempo oyendo decir que en Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda, entre otros sitios, se estaba empezando a embotellar el vino joven en botellas con tapón de rosca. Se han visto desde hace algún tiempo en Gran Bretaña, pero yo todavía no me los había encontrado.
Pues ayer en la Bodega Santander me lo comentaron y no pude evitar la tentación de probarlos. Yo tengo que probar todas las novedades que se ponen a mi alcance y para ésta en concreto yo ya estaba mentalizado, igual que a la utilización de los tapones sintéticos para el embotellado de vinos jóvenes, que no se vayan a guardar.
En esta ocasión se trata de un vino del 2007, lo cual ya supone un pequeño periodo de guarda, así mejor, pues se puede ver el funcionamiento del cierre del tapón de rosca. Es de la variedad pinotage, ya la he probado en otra ocasión, es una variedad procedente de un cruce de pinot noir y cinsault, que se cultiva principalmente en África del sur, en la zona de El Cabo.
El vino que voy a catar se llama Hazy view, algo así como vista borrosa, tiene 14,5º, lo cual tal vez justifique su nombre.
La botella es muy sencilla de abrir, ya que no requiere ninguna herramienta, ya que va provista de tapón de rosca como ya he dicho. Y todavía es más fácil de cerrar.
En la copa el vino muestra un color rojo cereza con reflejos rubí. La intensidad del color es alta y su capa media-alta, que apenas deja pasar la luz. El vino de aspecto limpio y brillante causa buena impresión a la vista.
Entre los aromas predomina, para sorpresa mía, el torrefacto de la barrica, aunque la botella no indica que se le haya sometido a crianza, tal vez sea por los chips de roble, (más) que allí sí están permitidos.
Cuando el reposo en la copa permite que este primer aroma se diluya, aparece la fruta, en concreto fruta negra, bayas negras.
Bastante más tarde se aprecian olores que recuerdan a la mantequilla y al cacao, pero de forma muy sutil.
En la boca es un vino que entra suave, con sensación de dulzor, debido al alcohol, que gusta y está muy equilibrado. Apenas tiene tanicidad, no hay casi sensación secante, pero si algo de calidez debido al alcohol. No obstante la persistencia en boca es bastante larga. Es un vino con cuerpo.
En conclusión resulta un vino fácil de tomar, agradable, que acompaña bien a cualquier carne, y que, según mi parecer ha superado con nota la permanencia en botella con el tapón de rosca. Me recuerda a la pinot noir.
Se pierde el romanticismo de la apertura de las botellas con sacacorchos, pero se gana en economía y practicidad. Éste ha costado 6,80 euros.