Ya he hablado en alguna otra entrada de las cervezas trapenses, que son aquellas que se elaboran dentro de monasterios por los propios monjes, según métodos y recetas tradicionales y bastante exclusivas. Lo de ser elaboradas por los propios monjes no quiere decir que no puedan tener mano de obra laica, pero el control de la producción y la supervisión corre a cargo de los monjes.
La cerveza de hoy es la única que se elabora fuera de Bélgica, las otras seis se fabrican dentro de este país.
La Trappe se elabora en el monasterio de Koningschoeven, en Holanda. Se rumorea que estos monjes han vendido su receta a una multinacional holandesa, que la fabricará con la misma fórmula pero fuera del monasterio, y a partir de ese momento la cerveza ya no se puede llamar trapense, pasando a denominarse de abadía.
De momento las diez botellas que tengo de esta cerveza llevan todas el sello que las caracteriza como trapenses auténticas. Se ve en la contraetiqueta de la botella. Así que las voy a disfrutar por si son las últimas.
Existen, que yo conozca, cuatro variedades, la Dubbel que es la que catamos. La Blonde que es una cerveza rubia, más fresca y aromática que las otras, pero con 6,5º. La Tripel, de 8º, rubia oscura y afrutada. La Quadrupel, con 10º, es la más fuerte de las cuatro.
Empiezo con esta, La Trappe Dubbel, cerveza especial extra, de fermentación alta, elaborada con agua, malta de cebada, lúpulo y levadura.
La sirvo en su copa original de cuerpo corto y boca ancha. Es una cerveza de doble fermentación, la segunda se realiza dentro de la botella después de cerrada, por lo que puede presentar algún poso.
Esta segunda fermentación también supone que la expresión del grado alcohólico (7º) es sólo indicativo, ya que se trata de una estimación, en función de los grados que tuviese en el momento del embotellado y las levaduras y azúcares añadidos antes de encapsularla. Algo parecido al proceso del cava y champagne.
Es de un color marrón rojizo de color intenso. Con una abundante espuma de color marrón muy claro o beige, de aspecto esponjoso y poca persistencia. Dejando al poco tiempo una corona de espuma sobre un líquido del color de la coca cola.
El carbónico es ligero y suave.
Los aromas predominantes son el caramelo, las frutas, el regaliz y a través del posgusto se percibe el café.
Es una cerveza densa, con peso en la boca, dulce en el ataque y un amargor final muy ligero. Se nota una sensación algo licorosa, lógica teniendo en cuenta el grado de alcohol que tiene.
Es de sabor largo.
Una estupenda cerveza, diferente a las lager rubias a las que tan acostumbrados estamos. Sorprenden su sabor y fortaleza, el dulzor y la amplitud en la boca.
Recomiendo probarla, se puede encontrar sin problema en el supermercado de los grandes almacenes más conocidos de España.