Que las tapas están de moda es algo que ya sabe todo aficionado a la gastronomía. En su día ya hicimos un comentario sobre el tema aquí. Tal vez se deba a que hasta los más grandes, empezando por Adrià, con sus menús largos y estrechos, las han elevado a la categoría de alta cocina. Además es mucho más divertido cenar de tapas y va bastante con nuestro temperamento. ¿En qué pocas ciudades de la península no se celebran unas jornadas de la tapa?
Si a esto le añadimos la nueva tendencia de los “gastrobares”, que no son más que una alternativa para dar salida, a precios más que asequibles, a las creaciones de los grandes cocineros de los restaurantes de alto nivel, salimos ganando todos.
Centrándonos en Valencia, a los ya existentes de Quique Dacosta (Mercatbar y Vuelve Carolina) se unió el de Raúl Aleixandre (Trenca Dish) y ahora contamos también con el recién inaugurado por la familia Andrés Salvador de La Sucursal y Vertical, en lo que antes era la tienda de ultramarinos Tomás Huerta, Coloniales Huerta.
Está en la calle Maestro Gozalbo13 de Valencia, teléfono 96 334 80 09
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Ha sufrido una reforma que ha conseguido mantener un equilibrio entre la antigua tienda y el nuevo restaurante. Existen dos ambientes diferenciados pero bien integrados entre sí. Por un lado la entrada mantiene la estructura de la tienda, llena de vitrinas y estantes con productos de alta gama, donde los vinos y destilados tienen una amplia representación.
A continuación se encuentra una sala con mesas que permiten disfrutar de una cocina, donde prima el respeto por el producto de calidad, con el atractivo de poder escoger cualquiera de los vinos que hay destinados a la venta, aunque no estén en la carta y consumirlos al precio de venta de la tienda con un suplemento de cuatro euros por el descorche y servicio en mesa.
Cenamos en la terraza de la calle, otra alternativa al comedor interior, la poca luz de la calle es la responsable de la mala calidad de las fotos. Pido disculpas.
La carta es sencilla, existe un menú para mediodía (16 euros) y un menú para la noche (25 euros) además de los platos de carta para elegir al gusto de cada uno.
El servicio es muy bueno, destaca la labor de la sumiller Kena Guerrero, muy bien posicionada en su quehacer.
Para acompañar a las entradas siguientes seleccionamos un Malleolus 2006 de la Bodega de Emilio Moro, elegido de los estantes de la tienda (30,90 euros + 4 euros del servicio). Un gran vino, potente y elegante, muy equilibrado. El precio muy ajustado.
Carpaccio de presa ibérica con aceite de frutos secos y parmesano. Gustó mucho.
Tartar de atún. Buen producto con poca manipulación, que no le hacía ninguna falta.
Mini hamburguesa de buey con patatas paja. Una carne exquisita y en su justo punto, jugosa y sabrosa.
Coca de setas de invierno con tomate seco y queso brie. Muy buena
Figatell de rabo de toro. Un plato típicamente mediterráneo, que originariamente se elabora con las partes menos nobles del cerdo, bien aderezados de especias, en este caso ennoblecido con el rabo de toro guisado. Fantástico.
Después nos ofrecieron un “portonic”, o “huertonic” según pone en la facura, combinado a base de tónica, oporto blanco, cítricos y tomillo limonero. Sorprendente y muy agradable de tomar. Se trata de una variedad del famoso cóctel "porto tónico" creado en la ciudad de Oporto en el año 2001.
Acabamos con unos cafés y gin tónics muy bien preparados.
Satisfactorio