Hoy he realizado mi primera visita a este nuevo local, situado en la Plaza Arzobispo número 5, justo enfrente del palacio arzobispal, detrás de la Catedral.
La primera impresión es muy buena, local de tonos cálidos, colores melocotón y burdeos. Barra decorada con cajas de vinos emblemáticos. Luces muy adecuadas para la cata de vinos. Y lo más importante, personal muy cualificado, en cuanto al servicio del vino y a su formación.
Como era la primera visita nos dejamos aconsejar, en las próximas pediré yo directamente. Ahora ya tengo una idea de como funciona aquello (el restaurante, me refiero) Es, como acabo de decir, un restaurante, pero a la vez una catedral del vino, mas de 700 referencias de todo el mundo y un personaje con conocimientos enciclopédicos sobre el mundo del vino y todo lo que le rodea. Las botellas que se han abierto, se cierran rellenándolas con nitrógeno y argon para evitar la oxidación del vino, de este modo en esa atmósfera neutra permanece como si la botella no se hubiese abierto. La carta es corta pero escogida. La materia prima seleccionada y el resultado solo puede ser uno, exquisito.
Los vinos que tomamos fueron: En primer lugar un pinot noir de Bourdeos, "Perrot-Minot Rue Vergy" 2005. Bastante bueno, un color rubí extraordinario.
Tomamos, para acompañar el vino, un surtido de embutido ibérico
Después un "Lynch Bages" 1996, Cabernet Sauvingon, Cabernet Franc y Merlot. Un vino para tomar pausadamente y explorar todos sus matices.
Una copa preciosa.
A la tercera tomamos un Priorat, "Clos Dominic Selección Miriam" 2006, un vino monovarietal, no lleva garnacha, del que solo se obtienen 600 botellas por cosecha. Cepas centenarias que solo dan 400 gr. de uva cariñena.
Una delicia de vino. Solo el color ya enamora.
Con la copa que ya hacía cuatro nos pedimos un tinto de Toro, San Román 2004. Impresionante la potencia y la fuerza que aún conserva, tiene cuerda para rato.
Para aportarle al cuerpo algo sólido también tomamos unos tomates del Perelló con ventresca de atún, ¡qué tomates!
Como al final se nos antojaron los tomates con ventresca, pedimos consejo y nos sirvieron un champagne rosado "André Clouet Rosé".
Las copas están diseñadas por Juan Ferrer, dueño de Enópata, y fabricadas especialmente para él en Chequia.
Tenemos un lugar en Valencia que vale la pena frecuentar para ir descubriendo cosas muy interesantes.