Ubicado en una auténtica barraca valenciana, es uno de los restaurantes emblemáticos de la Comunidad. Su éxito se basa en la utilización de buena materia prima y el respeto a unas recetas tradicionales, sin más pretensión que satisfacer el paladar de sus clientes, que van buscando una buena relación calidad precio y una cocina honesta.
Está en la entrada de Pinedo, nada más salir de la rotonda de acceso a la población se ve la barraca. Teléfono 963248663.
El ambiente es agradable, el trato cercano, pero respetuoso, el servicio eficiente, la decoración, según se ve en la foto, es tradicional y auténtica.
De los platos tradicionales que se ofrecen destacan los arroces, en casi todas sus variedades. Las entradas o aperitivos, como les gusta llamarles, son totalmente valencianos- Esgarrat, mandonguilles, calamarets, etc.
La bodega es interesante, ya que su dueño es un amante de los vinos y está muy pendiente de las novedades, lo mejor, más que mirar la carta, es dejarse aconsejar.
El sábado a mediodía comí allí, dejándome aconsejar totalmente. Sin mirar las cartas para nada.
De entrada me sirvieron tellinas, jugosas y frescas, tortita de aladroc, una tortita parecida a las de camarones de Andalucía, pero utilizando en su lugar un pescadito blanco muy suave, acompañada de una albóndiga de bacalao, en la que se notaban tanto los trozos de patata como los de bacalao, y el toque especial que le dan, una buena cantidad de canela. Para finalizar las entradas unas setas a la plancha traídas de La Yesa. Producto de temporada, nadie lo podrá negar.
De plato principal un arroz, me dijeron que eligiese yo pero decline la decisión y la traslade al dueño. Me ofreció una arroz del "senyoret" meloso, con carabineros. Excelente la elección, la acepté sin dudar un momento. De la cazuela que se ve en la foto salieron dos platos y medio que me comí yo solito. ¿Alguien me quiere preguntar si estaba bueno?
Aunque no maridaba para nada con los platos elegidos, me ofreció probar un rioja que había recibido recientemente y no me pude resistir. Era un vino con bastante cuerpo, un rioja clásico, con bastante aroma de barrica al principio, pero que se fue moderando al contacto con el aire. Frutas maduras, especias y tostado eran sus señas de identidad. Me encantó tomarlo con el arroz de pescado, cada vez me parece que soy menos ortodoxo y más ecléctico. Eso que gano yo.
De postre calabaza asada, que es mi debilidad y un buen café.
Para repetir.