Un oasis gastronómico en la huerta de Alboraia.
(En abril 2014 ha habido cambio de cocinero, lo que se cuenta a continuación corresponde a una etapa anterior)
En una alquería del siglo XVII primorosamente restaurada se encuentra el restaurante del hotel La Mozaira. Mirando al mar y a tan solo diez minutos de la ciudad de Valencia. Es un hotel con encanto, con unos menús muy asequibles 25 euros a mediodía y 35 euros por la noche. El que aquí os cuento lleva algún plato extra.
Como no puede ser de otra manera los detalles están cuidados al máximo. Exceptuando las copas de vino que podrían mejorarse bastante, teniendo en cuenta el nivel del establecimiento.
La carta de vinos es corta, pero hay que destacar que cuenta con una digna representación de vinos locales. El resto de denominaciones recoge una muestra bien escogida de vinos de calidad.
La bodega bien merece una visita. Los vinos están muy bien cuidados.
El primer vino para acompañar los entrantes y primeros platos fue este blanco Quinta Apolonia 2010, 100% elaborado con la variedad verdejo, de la Bodega Belondrade. Vino de la Tierra de Castilla y León. Es fragante, fresco, afrutado y con un fondo cítrico en boca muy estimulante. Resultó perfecto para los platos que acompañó.
Unas almendras muy bien fritas para ir abriendo boca. En el cuidado de los detalles se aprecia la calidad de los sitios.
Otro detalle importante, el pan como los de antes, grande y cortado al momento. Nada de panecillos congelados que se hornean en nada de tiempo.
Empiezan a desfilar los platos, el primer aperitivo un salmorejo cordobés clarificado con un intenso sabor a tomate y pepino, sus trozos de pan, huevas de trucha y mújol (¿), jamón picado y unos brotes tiernos. Redondo este aperitivo, ideal para empezar a poner las papilas gustativas a tono.
Una impactante ostra Guillardeau acompañada de perlas cítricas. Fresco olor a mar y sabor marino. Con un toque de pimienta y un tartar de algas. Seguimos subiendo escalones.
Shusi. Un plato que impacta por el concepto. Inspirado en el típico shusi japonés este está elaborado con hoja de puerro en sustitución del alga nori, las habas haciendo el papel del arroz y la longaniza de Onteniente como si fuera el pescado. Impresionante la concepción de este plato y exquisito. Iba acompañado de una especie de espuma de morcilla muy suave.
Otro plato que también sorprende, por su concepción y elaboración. Chipirón encebollado. Lo que parecen unos sencillos chipirones a la romana acompañados de una salsa que simula ser su tinta es una verdad a medias, la gracia del plato está en ella, contiene todo el compendio del plato, el cefalópodo realmente está junto con la cebolla, lo que hay a la vista son las patas con un ligero rebozado andaluz. El toque de la manzana osmotizada de sabor de pepino le aporta un toque de frescura al plato, además de su función estética.
Sigue el viaje hacia arriba. Suprema de codorniz con cus-cús de setas. Punto de elaboración impecable, el muslo frito y la pechuga asada. Fantástico. Este plato me dejó una sensación gelatinosa en la boca producida por la seta shiitake que lleva el cus-cús.
Consomé de cebolla con raviolis de cebolla caramelizada. Intensidad de sabores, casi al límite. Muchos matices en un plato que parece sencillo pero que resulta muy complejo. Para disfrutarlo lentamente.
Llegado a este punto se hacía preciso cambiar de vino. Le había echado el ojo a uno que siempre me resulta bien, La Montesa de Alvaro Palacios, un viejo conocido mío. Sigue manteniéndose o mejorando incluso. Muy buena RCP.
Continuamos subiendo. Manitas de cerdo con tomate frito y chorizo, acompañada de un carabinero y aire de romero. Plato mar y montaña clarísimo. Lo que puede parecer un bocado pesado no lo es en absoluto, la manita y el tomate resultan suaves y el carabinero está en un punto de hechura perfecto. Sobresaliente.
Llegamos al final con otro plato mar y montaña, rizando el rizo. Falso estofado de atún. ¿Atún estofado? Ahí está el quid, es un atún guisado como si fuese una carne. Poned aquí el calificativo que más os guste. Yo me siento agradecido.
De postre un arnadí con gel de naranja y helado de canela con pipas de calabaza. Valencia en un postre, el postre de orígen árabe, la naranja y la canela, junto con las pipas que cierran el circulo con el Arcadi cuyo ingrediente principal es la calabaza asada.
Después una estupenda sobremesa en la terraza.
El hotel es digno de visitar. Cada habitación decorada de forma distinta a todas las demás.
Aquí otra muestra.
Existe una bella reproducción de una cocina típica valenciana.
Los detalles están muy cuidados y respetan la estructura del edificio.
Un sitio a tener en cuenta para visitar con frecuencia, para regalarse la vista y el paladar.
Chef: Luis Ernesto Yuste de Miguel. Importante aseguraros de que esté él cuando vayáis. Recomiendo viernes a mediodía.
La Mozaira
Camino El Magistre, 50
46120 Alboraya Telf: 961 850 924
lat 39º 30? 56? / lon 0º 19? 44?