Un caluroso miércoles de agosto decidimos ir a comer a Denia, buscando la brisa y el mar. Elegimos este restaurante, porque nos habían dicho que hacían “fideuà negra”. Se llama Les Marines, aunque todo el mundo lo conoce por Casa Federico. Está en la calle Ausias March 22 de Denia CP 03700. Teléfono 965783041.
Es un sitio muy popular, tienen dos turnos de comedor, el primero a las 13’30 y el segundo a las 15’30, lo cual ya da a entender como va a estar de concurrido. Cuando llegamos nos propusieron comer en la terraza, pero como había cesado la brisa pedimos comer dentro, pensando en el aire acondicionado. Vimos un único aparato de aire que a pesar de sus esfuerzos no conseguía refrescar el ambiente, optamos por abrir una ventana que daba a una de las terrazas. Pasamos bastante calor. Contando con el comedor interior y las dos terrazas la capacidad del restaurante es grande y además doblan las mesas (¿crisis, que crisis?).
El servicio es numeroso pero no funciona como debería, ya que tardaron en ponernos la mesa, tuvimos que pedir una cerveza cuatro veces y también se demoraron en tomarnos la comanda. Los primeros platos salieron a la mesa con buen ritmo, no así el arroz. Pero ya digo, los camareros no paraban de ir y venir, por eso parece mas bien desorganizado que falto de personal.
Al ser un restaurante de costa, la opción de la carta estaba clara para nosotros, vista la oferta, optamos por tomar unas tapas típicas y un arroz, ya que resultó que la fideuà negra no la hacían ni la habían tenido en la carta nunca. ¡Información fidedigna por nuestra parte se llama a esto! El camarero tuvo la amabilidad de plantearle a la cocina si se podía hacer esta fideuà, pero dijeron que para la próxima vez.
La carta de vinos está bastante bien escogida, con suficiente oferta y una atractiva presentación, con unos precios moderados. Nosotros elegimos un Heretat de Cesilia. Vino elaborado en Novelda (Alicante) con las variedades cabernet sauvignon, syrah y petit verdot, con una crianza en barrica de 12 meses. Es un vino muy agradable de tomar, con intensidad aromática y buena estructura en la boca. Su precio 15 euros.
De primera entrada tomamos una tapa típica “gambeta amb bledes” (camarón con acelgas). Un plato original, sencillo de elaborar pero sabroso, aunque su contenido se ha reducido en los últimos tiempos.
Después tomamos unos “sepionets” (sepias pequeñas) a la plancha con su tinta, que estaban realmente sabrosos, frescos y muy tiernos. Fue lo mejor de la comida sin ninguna duda.
La sorpresa fue que nos encontramos que todos llevaban su jibión sin quitar, aunque salía con mucha facilidad.
La tercera entrada fueron unas “coques de dacsa” (tortas de maíz) con pisto y huevo rallado, algo que no dejó huella en nuestras papilas gustativas. Sin pena ni gloria.
Después, ¡pero mucho después!, llegó el arroz. Nos habíamos sentado a la mesa a las 15’30 y el arroz llegó a las 16’48. Salió sin reposar, ya que todavía tenía el corazón del grano de arroz por cocer, a los pocos minutos estaba en su punto. La capa de arroz era muy fina, estaba sabroso y algo aceitoso. Llevaba tinta, aunque a la vista no lo parecía.
No tomamos postres. Con dos cervezas, dos cafés, el pan (2’40 €) y el vino pagamos 34 euros por personas. Me parece que es un restaurante para ir fuera de temporada.