Con la intención de conocer el nuevo café que se elabora en La Pitanza he ido a tomar el menú del día. Es un menú abundante, ya que consta de dos entradas o mejor dicho dos primeros, un segundo con fundamento y el postre. El precio son 18 euros más iva. No incluye la bebida ni el café.
Los dos primeros son elegidos por el chef según mercado, hoy uno era caldo con pelota de cocido, muy de la temporada, con una buena presentación y resultado. Después de tantos días de comidas pantagruélicas sienta muy bien.
El otro primero era un plato de rebollones con huevo estrellado, muy propio de la estación.
De segundos se podía elegir entre magret de pato, lomo de lubina con verduras y arroz meloso de codorniz y setas. Me decidí por el arroz meloso, y lo pude tomar gracias a la buena disposición del personal de la sala y de la cocina, ya que en todas partes sabemos que el arroz es al menos para dos personas. El arroz estaba bueno pero la codorniz no le acompañaba, no estaba integrada, era como si hubiese entrado en el plato a última hora. Media codorniz entera y prieta, no parece haber formado parte de los ingredientes para la elaboración del caldo.
En este momento tengo que hacer un paréntesis para poner de manifiesto la buena disposición que he observado en el personal de La Pitanza por atender a los clientes satisfactoriamente. Es uno de los puntales de este tipo de negocios.
El postre, muy bien presentado, era un fresón acompañado de chocolate líquido y unas porciones de tarta de queso.
Para beber pedí media botella (50 cl.) de Les Alcusses, 14 euros, la cual no terminé, pues me basta y sobra con los 37,50 cl habituales, pero se agradece la opción de este formato, más vale que sobre.
Otro detalle que me gustó del personal es que me ofrecieron llevarme el vino sobrante, ya sé que es mío y me lo puedo llevar siempre, pero en pocos sitios dan esa opción sin que lo pidas.
También me ofrecieron una copa de cava, supongo que con motivo de la navidad, pero decliné la invitación por tres razones, la primera porque ya me había dejado el vino y no quería beber más, la segunda que un cava a los postres sería dulce o semidulce y no me gusta y la tercera, en el caso de que fuese brut, lo prefiero como aperitivo. De todas formas es un detalle que se agradece.
Por fin llegó el momento que me había traído a comer hoy a La Pitanza, el café.
El contacto visual fue satisfactorio, una bonita crema abundante densa y muy persistente, de color marrón claro, que presagia un buen expreso.
El aroma intenso, con un sutil toque del tostado, nada agresivo, suave y de delicada fragancia.
En la boca es franco, da lo que prometía en aromas, un sabor ligeramente amargo, con una acidez moderada y un final suave. Eso para quien lo disfrute sin azúcar.
Excelente la elección del café y de la máquina, las marcas Lavazza y Saeco respectivamente.
Total del precio de la comida 36’58 euros, importe del menú, vino y café. De haber sido dos habríamos compartido el vino y saldría más barato.
