UN MONTADITO DE LUJO AL ALCANCE DE TODOS.
Este montadito que hoy os presento me lo dio a conocer un amigo, Nacho, una noche especial de final de año. Es algo muy sencillo de preparar y de un resultado fabuloso.
Los ingredientes, aunque parezca lo contrario, son fáciles de encontrar. Los tomates, que ya se empiezan a ver en algunos supermercados, hay que buscarlos en otro sitio, esos que venden en las cadenas de alimentación de al lado de casa no son recomendables, son muy pequeños y sin ningún sabor. Os recomiendo que busquéis en mercados o tiendas especializadas. La albahaca, es muy importante que sea fresca, cambia mucho. Lo demás es bien sencillo, unos ajos, piñones, se puede utilizar alguna nuez, parmesano, orégano, alcaparras y aceite.
Lo primero que tenemos que hacer es escaldar los tomates en agua hirviendo. Cuando el agua hierve los ponemos entre 3 ó 5 minutos, dependiendo del tamaño del tomate.
Después se sacan enseguida del agua.
Los ponemos a secar en un paño de cocina o papel, para quitarles la humedad.
A continuación ya los podemos poner a macerar en un bote de conserva o fiambrera, no importa, pero mejor si es un bote de cristal. Los ponemos en el bote con un poco de orégano y unas pocas alcaparras, muy poco de ambas cosas, no hay que enmascarar el sabor del tomate. Se rellena de aceite y se deja macerar al menos 24 horas. Si hemos colocado bien los tomates, como en las sardinas en una lata, cabrá muy poco aceite. Pero no hay que pasarse apretándolos, algo de aceite tiene que caber. ¡Importante! No hay que ponerles nada de sal. Después de las 24 horas ya se pueden ir utilizando en muy diversas aplicaciones. La que nos ocupa hoy es una de tantas de las que tienen estos tomates.
La elaboración de la salsa pesto es muy sencilla. Machacamos un ajo o dos, en función de la cantidad que vayamos a elaborar. Machacamos también unos piñones y si nos gusta alguna nuez, pero poca. Añadimos la albahaca picada y el parmesano rallado, lo mezclamos todo y ponemos un poco de aceite, hasta conseguir la densidad que nos apetezca.
Ya tenemos la salsa pesto preparada. No os recomiendo que uséis las industriales, no tienen nada que ver.
El montaje es lo más sencillo. Tomamos una rebanada de pan, si es tostado mejor. La untamos con un poco de pesto.
Después colocamos el tomate macerado encima.
Y al final lo cubrimos con queso parmesano rallado.
Procurad que no sea en polvo, usad virutas o lascas muy finas. ¡Ralladlo en casa que no cuesta nada!
Os aseguro que el resultado es algo exquisito.
La elaboración parece laboriosa, pero os garantizo que no cuesta tanto.
Hacedlo que no os arrepentiréis. A disfrutar.