Cuando un restaurante tiene un buen producto y lo sabe tratar tiene el éxito asegurado. La prueba de ello es que, este martes 23F, todos los locales de los alrededores estaban bastante vacíos y en este tuvimos que esperar a que se desocupase una mesa para poder sentarnos. Su especialidad es la preparación de platos a la plancha, aunque en la carta también hay montaditos y platos más elaborados. “Comida mediterránea elaborada a la plancha” es su lema.
Está en la calle Finlandia número 8 de 46010 Valencia. Teléfonos 963 604 300 y 665 806 821.
La atención del personal también es destacable, seguro que esa es una de las razones por las que se llena el restaurante, no basta con hacer bien unos platos, hay que saber ofrecerlos y servirlos.
Local de reducidas dimensiones, decorado con un estilo muy peculiar, mas propio de una sala de exposiciones vanguardista, luces de flexo extensibles en el techo y conductos metálicos de aire acondicionado a la vista. Mesas de pequeño tamaño, bastante juntas y vestidas con manteles y servilletas de papel. Cristalería correcta, lo mejor de la mesa.
Tiene una cava acristalada con no demasiadas referencias pero algunas interesantes y con buenos precios. Escogimos un vino del Bierzo, Peiqué 2006. Elaborado con la variedad mencía 100%, de color rojo picota, bien cubierto de capa, aromas frutales y de crianza, especias y torrefactos. En la boca es equilibrado con unos taninos muy discretos. 18 euros, una RCP muy buena.
En primer lugar nos pedimos unas navajas a la plancha, de pequeño tamaño, tiernas y en su punto.
A continuación unos montaditos.
Uno de cocochas de bacalao, gratinadas. Producto abundante y bien elaborado. Con sabor y presencia de la gelatina del bacalao y suave de tomar.
El otro montadito de arenque ahumado, con cebolla tierna y mantequilla. Excelente calidad del arenque y una textura y sabor muy acertados. Hubo comentarios en la mesa muy favorables.
El siguiente fue el plato estrella de la noche, un bacalao gratinado con muselina. Era un lomo que venía en una pieza con la muselina cubriéndolo. Vino el cocinero y lo partió utilizando exclusivamente una cuchara, para obtener de esa forma una separación perfecta de todas las láminas del bacalao sin partirlas. Quedó exquisito. Consistencia de la carne excelente, aunque había un exceso de aceite en el plato.
Después probamos un plato de rabo de toro. Muy gustoso, como deben ser estos platos, donde la salsa tiene un papel primordial.
De postre tomamos una tarta de chocolate y naranja y una de tiramisú. Correctas, pero sin sobresalir en ningún aspecto.
Precio por persona, con vino y cafés, 25 euros.