Estando de paso en la ciudad de Pontevedra había que tomar la decisión de dónde comer, sin tener ninguna referencia, por lo que la elección del restaurante debía hacerse de modo intuitivo. La única ayuda era una antigua guía de carreteras poco explícita. Después de una valoración subjetiva, a la vista del aspecto de algún local, nos decidimos por este.
El restaurante tiene el mismo nombre de la dirección donde esta ubicado. Alameda 10, Pontevedra. Teléfono 986 857 412.
Nada más entrar el ambiente transmite una sensación de tradición, de consolidación en su trayectoria, basada principalmente en elaboraciones clásicas con un toque actual y buena materia prima. Una fórmula que les viene dando buen resultado a la vista de la afluencia de público, un martes a mediodía del mes de julio.
La carta de vinos sin sorpresas, vinos conocidos y suficientemente contrastados. Los precios razonables. Tomamos un Terras Gauda del 2010. Buena temperatura. Las copas Riedel y el resto de equipamiento de las mesas correcto.
Los panes que nos sirvieron de excelente calidad, uno de maíz y el otro blanco.
El aperitivo consistió en una espuma de pimiento acompañada de una salsa elaborada con mahonesa, alcaparras y pepinillos que sorprendió muy gratamente.
De marisco unas zamburiñas con cebolla y jamón, elaboradas al horno de la manera tradicional, cubiertas de pan rallado y con un ligero exceso en el punto del gratinado para mi gusto.
De segundos un bonito encebollado, que no figuraba en la carta y eso nos animó a pedirlo. Se le supone producto fresco. Bueno de sabor, pero también algo seco por exceso de cocción. Es un problema para mí el punto de los pescados, siempre los encuentro demasiado hechos.
El otro segundo fue anguila frita. Probé un plato similar en Casa Carmina, en El Saler de Valencia. Nada que ver el uno con el otro, aunque la técnica se adivina similar. Me sorprendieron más la primera vez.
De postre tarta del abuelo con frutos secos. Potente bizcocho que entra bien.
Precio final 85,95 euros dos personas. Propuesta que no sorprende pero tampoco defrauda. Recomendable para los amantes de la cocina tradicional.