En la calle Salas Quiroga número 15 de Valencia, se encuentra este Asador La Vid, regentado por Miguel, propietario de otro anterior que aún pervive llamado solamente La Vid, en la calle Historiador Diago, muy cerca de éste.
El local es amplio, con zona de fumadores y no. Con un ambiente cálido y mesas muy amplias y cómodas. El servicio es diligente y atento.
El tabique de la cocina que da al comedor es un enorme cristal que permite ver las evoluciones del personal y la pulcritud de su atuendo. Me gusta ésta innovación en la decoración de los nuevos restaurantes.
La carta de vinos es amplia y bien estructurada. Por sugerencia de Miguel pedimos un blanco de reserva, Capellanía 2003 de la Bodega Marqués de Murrieta, un blanco tradicional de La Rioja. Que a pesar de sus cinco años se encuentra espléndido y en un momento óptimo de consumo. Lo dejamos fuera de la cubitera para que se expresase mejor, ya que venía muy frío.
La carta de platos no es muy extensa, pero más que suficiente. Mejor así, estas cartas garantizan una rotación de la materia prima que permite ofrecer productos frescos siempre. Además había platos fuera de carta en función de la oportunidad del mercado.
Pedimos una ensalada de sepia y habitas que estaba muy tierna y apetitosa. Después unas alcachofas a la brasa con jamón. Pare éstas pedimos una botella de agua. Ya se sabe lo que ocurre con las alcachofas y el vino.
De platos principales nos pedimos sendos pescados. Una lubina salvaje de tamaño impresionante. Se nos dijo que había pesado más de seis kilos. Estaba exquisita.
Yo me pedí ventresca de atún con foie, impresionante este plato.
De postres helado de yogur y de violeta para uno y tarta de tres chocolates para otro. ¿Alguien adivina quién se comió el chocolate?
Es una satisfacción comer en este restaurante. Existe un nivel de calidad muy estable, sea la época del año que sea y las propuestas siempre son apetecibles.
Recomendable.