De excursión por la comarca de La Marina, Alicante, después de una agradable visita a las Bodegas de Enrique Mendoza, en Alfaz del Pi, recalamos en Polop para disfrutar de una buena comida.
El restaurante que nos recomendaron fue Ca L'Angeles, escrito así, en la calle Gabriel Miró, 16, en la misma carretera que atraviesa Polop, 03520, teléfono 965.870-226.
Está ubicado en una antigua casa del pueblo, de finales del siglo XIX, adaptada para restaurante, como se puede apreciar en las fotos. Tiene varios comedores privados. Está bien ambientada con decoración de principios del siglo pasado, excepto las lámparas, que según mi gusto no encajan bien con el resto de la ambientación. Las mesas amplias y bien vestidas, el lugar es cómodo y el personal lo hace más agradable todavía, ya que tienen buena preparación y disposición para hacer bien su trabajo.
La carta de vinos, que se cambia con frecuencia, sin ser muy amplia está bien estructurada y surtida, con una buena representación de vinos de la DO Alicante, bien escogidos, hay secciones de Valencia, Utiel-Requena, Rioja, Ribera y una de otros. Hay tres cavas y tres champagnes, lo que me parece una buena representación de vinos espumosos.
Elegimos el crianza merlot de Enrique Mendoza, nos pareció un vino con una estructura adecuada para lo que pensábamos comer. Es un vino con un aroma intenso y un paso de boca elegante y suave.
La carta de comida tiene bastantes platos típicos de la zona, combinando perfectamente el mar y la montaña. Platos de pescado autóctono como la Negra, que no había probado nunca antes y cabritillo al horno con almendras, pilota borda y "arros amb fesols i naps" (arroz con alubias y nabos).De primeros elegimos la olleta de blat, de raíces comunes con el "blat picat" (trigo picado), que es un potaje que lleva entre sus ingredientes trigo integral cocido durante seis horas, al que después se le añaden las verduras, cardo y garbanzos, acompañado de pelotas de carne con un fino sabor a canela y el imprescindible cerdo, que "cristianizó" el plato. En la baja edad media, para comprobar que los vecinos conversos lo eran de verdad, en la época de matanza se les invitaba a platos que contuvieran cerdo, para comprobar que no habían fingido la cristianización para no ser expulsados de España.
Otro de los platos típicos que probamos fue una empanadilla de un hojaldre excelente, llamada minchos, rellena de espinacas y queso fresco o requesón. Excelente tanto el contenido como el continente.
Después había que probar los excelentes pescados de la zona, uno fue el denton y el otro la negra, pescado autóctono que se captura en mar abierto. Realmente el nombre está muy bien puesto, tiene una piel completamente negra, la carne es blanca, muy blanda y de un sabor muy suave. Ambos platos llevaban una buena guarnición de verduras.
De postre un helado de turrón, sobre una base de fabiola, bizcocho muy sabroso elaborado en el restaurante, junto con repostería típica de almendra. El postre fue acompañado de moscatel de la marina de Enrique Mendoza.
Una comida excelente, buena cocina y buena atención. Precio por persona 50 euros.