Lo que más le fastidia a Pep, miembro de la tercera generación que regenta este restaurante, es que la gente que llega hasta él venga con una alta expectativa, creada por culpa de las calificaciones y comentarios como éste. Cuando lo que a él le gustaría es que sus clientes viniesen a su "bar" a disfrutar y descubrir sensaciones. ¡Ya me gustaría a mí que todos los bares fuesen como éste!
Tiene mucha razón, con lo de las expectativas. Cuando le dices a alguien que en un sitio como éste se come muy bien, llega hasta allí pensando que va a comer como en su vida y si por cualquier pequeño detalle, que en todas partes ocurren, o por que no se ha sabido pedir correctamente, no se ha desarrollado todo como él había previsto, piensa que le están engañando, cuando además no estaría dispuesto a pagar lo que vale aquello que está exigiendo. Lo siento Pepe el camino que has elegido tiene estos inconvenientes, complaces a muchos pero siempre habrá descontentos, y esos hacen mucho ruido. Yo estuve el jueves, había menos de medio comedor lleno, eso a pesar de ser un local que se encuentra en el Barri Roca, de Meliana, de paso de ningún lugar, pero fácil de localizar si se siguen las indicaciones correctamente. Desde Valencia por la V21, se toma la salida 14 con la indicación de Alboraia-Almàssera y se cruza al otro lado de la autovía, en la rotonda al final del puente, tercera salida, ya hay una indicación de Roca, se toma esa carretera paralela a la autovía en dirección a Barcelona, hasta encontrar el segundo desvío a la izquierda, se toma y se sigue recto hasta entrar en el Barrio de Roca, se gira a la derecha y en la primera esquina se encuentra Ca Pepico, Calle Mediterráneo 1, teléfono 961.491.346. Es un local que mantiene su estructura y ambientación original, casa de pueblo mediterráneo de principios del siglo pasado, pero perfectamente acondicionada para el menester al que se le dedica. La iluminación depende del comedor en que te ubiques, el primero está más iluminado que el interior, pero tal vez faltaban luces por encender. Las mesas bien equipadas, con buen mantel y de buenas dimensiones. De las copas no hay nada que decir, Pepe es sumiller y entiende perfectamente cual es la misión de la copa, te pone la adecuada para cada vino. No sé la marca pero eran cómodas y agradables de utilizar. El servicio del vino por parte de Pepe resultó impecable, con envinado previo y servicio correcto.
La carta de vinos es muy atractiva, no por su presentación, pues lleva un cartel de provisional, sino por su contenido. Largas listas de referencias de todo tipo, desde espumosos hasta dulces, de varios países en cada uno de los apartados. Se nota su conocimiento y debilidad por el vino, además tiene una tienda en Moncada.
La carta de los platos es más sencilla, tiene dos apartados de entradas, frías y calientes, pescados carnes y guarniciones. Contiene muchos platos de inspiración valenciana y la mayoría de los pescados provienen del mar Mediterráneo, que tiene tan cerca. Con frecuencia recibe piezas ofrecidas por un pescador de la zona, capturadas en el día.
De aperitivo nos obsequiaron con una vichyssoise, que me estuvo muy rica.
Nosotros pedimos unas anchoas, hermosas y sabrosas pero un poco saladas. Después cuatro croquetas de bacalao con un poco de ajoaceite, fantásticas, recién hechas y muy buenas. A continuación unos calamares con ajos tiernos y habitas. Los calamares muy tiernos y el conjunto gustoso y bien ensamblado.
Luego le llegó el turno a las clóchinas valencianas, los parientes de los mejillones pero de menor tamaño y sabor más suave, muy apreciadas en Valencia, Ahora empieza la temporada de este molusco. Con la llegada de éste nos dimos cuenta que había un pequeño desfase en el ritmo de salida de los platos, pues se nos juntó el calamar con las clóchinas en la mesa y tuvimos que decidir, o comernos deprisa los calamares o dejar enfriar las clóchinas. Nos comimos los calamares a toda velocidad, sin poder disfrutarlos con tranquilidad y la emprendimos con las clóchinas que estaban fantásticas.
De plato principal nos pedimos un taco de atún con huevo escalfado sobre una cama de pisto. En éste punto quiero explicar que los platos se componen a gusto del comensal, hay un ingrediente principal, carne o pescado y cada uno elige su guarnición de la carta.
Éste taco de atún me encantó. En su punto de plancha, acompañado sorpresivamente por el huevo escalfado entero y el pisto. Yo encontré el tomate un poco ácido, pero mi amiga lo encontró bueno. Aquí vuelvo a recordar que tengo una cierta hipersensibilidad hacia los ácidos.
Los postres son elaborados por la esposa de Pep, en un obrador que tiene abierto al público en Moncada, Quatre Cantons se llama. Teniendo repostera particular ya os podéis imaginar como son los postres de esta casa. Nos sirvieron una ración de tarta de café y moka que compartimos y estaba deliciosa, de sabor y textura.
Tomamos un vino que nos recomendó, en la línea de lo que queríamos, le señalé varias posibilidades de la carta y él me sugirió un blanco distinto con algo de estructura y mejor precio. Mengoba criado siete meses en barricas sobre lías, con agitado (batonnage) semanal. Denominación de Origen Bierzo, elaborado con las variedades godello y doña blanca. Muy rico y a un precio muy ajustado.
El café estuvo bastante bueno.
La atención fue espléndida, salvo la precipitación en el servicio de algún plato, seguramente están acostumbrados a tener más gente y sirven deprisa por hábito.
Durante la cena Pep conversaba con los comensales de forma amena, transmitiendo familiaridad pero sin agobiar. Tuvimos una agradable charla sobre vinos y otras cuestiones gastronómicas que tuvimos que interrumpir por la hora que se hizo, aunque él parecía no tener prisa porque nos marchásemos.
El precio por persona fue de 37 euros.
No voy a recomendarlo para que nadie vaya allí con una idea predeterminada y así Pep pueda hacer lo que más le gusta, sorprender al comensal, pero no dejéis de ir.