Un sitio donde la sensación es que todo funciona a la perfección.
Conocí este restaurante hace algunos años y siempre lo he tenido entre mis preferidos. Hace un año consiguió su primera estrella Michelín, nada sorprendente después de visto como está y como funciona.
Su ubicación a orilla del mar es algo que lo hace excepcional, sobre todo en invierno que la playa aparece desierta y en estado natural.
La sala es amplia y con unas mesas cómodas, bien vestidas, me gusta que las mesas tengan manteles y a ser posible blancos, como aquí. Todos los detalles están muy cuidados, como corresponde a un restaurante de este nivel. El personal es extraordinario, todo amabilidad y disposición para hacer que la estancia resulte lo más agradable posible y doy fe de que lo logran.
Se ofrecen dos menús, el “Experiencia Manuel Alonso” es el más amplio y el que seguramente expresa mejor lo que el chef quiere transmitir desde su cocina.
Desde el primer momento la atención y los detalles son exquisitos. Desde el aperitivo.
La presentación de unos sencillos chips de yuca, patatas y chirivía da idea de lo que digo.
El pan artesano, elaborado con masa madre, está bueno. Lo cual no siempre es fácil de encontrar.
El aceite Travadell, de oliva virgen extra de la Sierra de Alicante. Potente y sabroso.
Para un menú de esta extensión se requería al menos dos vinos para acompañarlo adecuadamente. El blanco fue este Groc 2013, de viñas prefiloxéricas, un verdejo de la Bodega Ossian. DO Rueda. Intenso aroma de frutas blancas y buen equilibrio en boca, con una elegante acidez.
El tinto que acompaño la segunda parte del menú fue este Pago de los Capellanes, Roble 2014. Un extraordinario vino, con gran fuerza aromática a fruta madura y sedoso en el paladar.
Empezamos con este aperitivo de crema de calabaza, piel de lima de Marrakech y aceite de canela. Una textura impecable y buenos sabores bien equilibrados.
Corte de foie con pan de especias y puré de manzana a la vainilla. Espléndido el sabor. Rememora el corte de helado de la infancia.
Buñuelo de brandada de bacalao con “all i oli” de su pil pil. Un clásico que no debe desaparecer nunca.
Coca escaldada con jurel en media salazón y pimiento verde confitado. Recordando “les coques” de la zona. Espectacular.
Mollete de huevas de maruca, mahonesa yuzu, alga codium y manzana verde.
Versión de caprese, con un fondo de tomate confitado, espuma de queso mozzarela, aceite de albahaca y polvo de aceituna negra. Impresionante. El recipiente un poco incómodo, se ha sacrificado la accesibilidad por el efecto visual, que es genial.
Salmón macerado con pieles de pomelo, con un licuado de pepino ecológico, salsa de rábano raifort, ensalada de alga wakame, cebolla encurtida, huevas y hoja de pimpinela. Complejo en el plato y sutil en la boca.
Panna cotta de coliflor, cañailla, pulpo seco, aceite de perejil y huevas de arenque. El mar en el plato. Contrastes. Una genialidad.
Ostra valenciana, con una gelatina de uva riesling, gotas de mango, rábano laminado y pimienta rosa molida. Con esto se demuestra que no siempre la ostra se ha de tomar al natural.
Gamba de Gandía cocida con agua de mar ¡Me faltan adjetivos!
Lenguado, con el jugo de sus espinas, alcaparras fritas y bimbi. Una crucífera parecida al brócoli, pero que no lo es.
Arroz meloso de pichón, trufa y setas.
Sí meloso, se seca para servir y se acompaña del caldo para prepararlo cada uno a su gusto. Se puede tomar seco o no.
Agua de manzana natural, apio y jengibre. Como un sorbete para limpiar el paladar.
Mollejas de cordero lechal, puré de tupinambo, cebollino y coliflor frita. Salseada con española. Materia prima de primera calidad. Indiscutible.
Tarta de limón con merengue helado, tiras de albahaca, strudel y yuzu.
Homenaje a “Ferrero Rocher”. Espuma de cacao pintado con praliné, helado de avellana y varias texturas de chocolate.
Para acompañar a los postres este Cream Piñero. Perfecto compañero para estos platos.
Los petit tours: Macaron de melocotón y curry, gominola de frambuesa, nube de fresa, financier de almendra, buñuelo de chocolate e infusión de uva tinta y maracuyá. Impresionante.
Solo puedo acabar recomendando una visita inmediata a este restaurante, donde te hacen sentir estupendamente y se come de maravilla. Los que ya lo conocen me entienden, los que no deberían comprobarlo por si mismos.
Restaurante Casa Manolo. Paseo Marítimo nº 5. Playa de Daimús. 962 818 568