Sin duda la cocina fusión está de moda, hasta el extremo de llamarle así al evento gastronómico culinario más importante de los que se celebran en Madrid. Pero la cocina fusión no se ha inventado ahora, se está practicando desde tiempos inmemoriales. ¿Quién en alguna ocasión estando fuera de su tierra no ha cocinado algo tradicional con ingredientes de otro lugar o con técnicas importadas? Este es uno de los principales motivos de la cocina fusión, la emigración y también la colonización. Pero cuando los grandes chefs deciden elevar este fenómeno a la alta cocina adquiere una nueva dimensión. La creatividad puede ser consecuencia de la necesidad, como en el primer caso, o de la genialidad.
Hemos conocido algunos intentos fallidos, donde le faltaba cohesión al plato “fusionado” y también algunos logros bastante dignos. Pero la naturalidad que hemos encontrado en los platos que os vamos a contar todavía no la habíamos visto, al menos así reflejada. Platos elaborados con técnicas e ingredientes orientales que han integrado perfectamente algún elemento mediterráneo, como el tapenade, el parmesano o los tomates deshidratados.
El lugar en cuestión está en la calle Conde de Almodóvar número 4, en 46003 Valencia. Teléfono 963923357. Anteriormente había en este local un restaurante mallorquín, S’Horabaixa se llamaba.
Tiene muy poco aforo y una demanda superior a su capacidad, por lo que reservar en algún momento, sin previsión temporal, puede resultar algo complicado. Está ubicado en un edificio antiguo, al lado del Palacio de la Generalitat Valenciana, justo enfrente del Café de las Horas.
El encargado de recrear estos platos ha trabajado como cocinero en Tailandia. El personal encargado del servicio de la sala es atento y enterado de lo que te está sirviendo.
Las mesas están bien vestidas, con la única diferencia entre el día y la noche de que las servilletas por la noche son de tela. La cristalería es adecuada, más si se tiene en cuenta que es la misma para el menú del mediodía que para la noche. El dibujo que se ve en el cuchillo no es más que un reflejo del cuello de la botella de cerveza que había en la mesa.
Estas son. Como se ve, también se preocupan por tener buenas cervezas, no como otros.
A mediodía solo sirven menú del día, a un precio de 12 euros, que consta de cuatro platos y un postre, sí cuatro platos, no nos hemos equivocado. Por la noche se cena a la carta.
Como nosotros probamos las dos cosas, podemos contaros la experiencia completa. Primero fuimos al menú del día.
Como aperitivo nos sacaros unas patatas fritas caseras, sin duda de su procedencia, la cocina del restaurante.
Como primer plato nos sirvieron un “hervido del abuelo” con buñuelo de bacalao y alcachofa. Para nosotros era mas un guisado de verduras o una menestra, pero el nombre es lo de menos, Estaba sabroso y bueno, que es lo que importa.
Después una ensalada de algas con hinojo y mejillón. Aderezada con cebollino y sésamo, dotada de un sabor intenso muy oriental. Estupendo plato, no hay mas que ver el aspecto del mejillón.
En tercer lugar un Dim-Sum de salmón con crema montada tai. Dim Sum significa en chino “tocar el corazón”. Se trata de un pequeño bollo cocido al vapor y relleno, en este caso, de salmón. Un bocado muy delicado. Iba acompañado de unos chips de zanahoria morada.
El último de los platos salados fue una carrilada al estilo japonés con edamame (habas de soja) y wasabi. Para nosotros todo lo que lleva wasabi ya tiene ganados muchos puntos. Aún así este plato fue el que menos nos sorprendió.
De postre una espuma de chocolate con helado de hierbabuena.
El café Illy, como he dicho en otras ocasiones, es el tercero de los que más me gustan, después de Montecelio y Lavazza.
La carta de vinos, a pesar de su aspecto rústico, contiene una buena selección de vinos, aunque muy limitada. Los vinos están conservados en cava.
Tomamos en esta ocasión, y también en la cena del siguiente día, un Ribas del Cúa, elaborado íntegramente con uva mencia en la DO Bierzo. Es obvio que nos gustó ya que repetimos. Muy buena relación calidad precio.
Este menú con cerveza, vino y café tuvo un coste de 23 euros por persona.
El día que fuimos a cenar a la carta tomamos lo siguiente:
Tataki de atún con algas marinas y aceite de sésamo, wasabi y soja. Impresionante, sin duda el plato estrella.
Pero al hablaros del segundo plato, también hemos de darle una estrella, ya que es la mejor fusión mediterráneo-oriental que hemos probado. Es el niguiri mediterráneo de sardina, el que llevaba tapenade, tomate seco y parmesano. Hay que hacer un comentario especial sobre el arroz. No es el arroz oriental al que nos tienen acostumbrados en muchos sitios, aquí lo sirven suelto y bien cocido, no es un acompañamiento sin interés.
Los rollitos de oblea de arroz con verduras, pollo con especias de satay y salsa agridulce picante. Delicado e intenso a la vez. Interesante.
Para finalizar un curry verde de pescado al estilo tailandés con arroz basmati. Muy exótico y muy auténtico. El pescado era lomo de dorada elaborado con leche de coco y cilantro.
El arroz en la línea de lo dicho con anterioridad, muy bien cocinado.
De postres tomamos una panacota de chocolate blanco con pistacho y frambuesa liofilizada.
El otro fue una espuma de rosas con frutos rojos y granizado de lichi.
Un lugar interesante y recomendable. La cena salió por casi 40 euros por persona, incluida la bebida.