Jornada turístico-gastronómica en Utiel. Está a solo 76 kilómetros de Valencia, por la autovía A-3, en dirección Madrid, cuesta poco más de 45 minutos llegar. La primera visita debe hacerse a la oficina de turismo, ya que vale la pena. Está instalada en la calle Puerta Nueva número 9, en lo que fueron los bajos del castillo, que se reconvirtieron en bodega y allí todavía están el trullo donde se pisaba la uva y casi una docena de tinajas de unos 2000 litros del siglo XIX.

La visita puede ser muy fructífera, ya que se puede visitar el Museo del Vino de la Comunidad Valenciana, que está en la famosa bodega redonda. La fachada del ayuntamiento, su construcción data de 1788. La plaza de toros de 1858, la primera de la Comunidad Valenciana. La Iglesia de la Asunción, sobre todo su interior de estilo gótico, siglo XVI. El Almazán, antiguo aparato destinado a extraer la cera y la miel de los panales, único que se conserva en España. Casa Don Ángel, casa solariega a las afueras de Utiel, sede de las Bodegas Vera de Estenas, que pertenece a la Ruta del Vino y se puede visitar. Tomando la salida 278 de la autovía en dirección Utiel-Fuente de la Jedrea. Ver plano.

Una visita por el casco histórico permite contemplar el trazado de las distintas civilizaciones que habitaron Utiel. El origen es romano, pero no queda nada de aquella época, únicamente su estructura de calles rectas y anchas, más que las que se construyeron posteriormente. Lo mas antiguo corresponde al asentamiento árabe y judío. Se distingue por sus calles estrechas y enmarañadas o intrincadas. El barrio judío se reconoce al llegar a la calle de la Huerta de Torán, en referencia al libro sagrado de los judíos. El resto del casco antiguo que existía en el interior de las murallas ya es de origen cristiano y su trazado es más rectangular.

La parte gastronómica consistió en la comida y compra de vinos en el restaurante El Carro. Es muy fácil de encontrar, ya que  tomando la salida oeste de Utiel, nada más dejar la rotonda en dirección centro ciudad, nos encontramos un edificio de color verde en la primera esquina de la izquierda. La dirección es Héroes del Tollo número 21, teléfono 962 171 131, 46300 Utiel.

El interior es muy acogedor, luminoso, elegante y cómodo. El comedor está distribuido en varios niveles y da la sensación de que sean salas independientes.

El mobiliario es cómodo, las mesas amplias y separadas entre si. Bien vestidas y equipadas, con doble mantel, blanco encima y debajo uno color burdeos, igual que las servilletas y la tapicería de las sillas.

La vajilla original, variada y con bastante diseño, toda ella de color blanco inmaculado, de la marca inglesa Steelite. Le dí la vuelta al plato. Las copas de calidad, marca Schott. El escenario perfecto para disfrutar de una buena comida.

El personal es muy atento y profesional, sin molestar en absoluto, haciendo su trabajo con seriedad y eficacia.

La carta de vinos es muy completa, se puede consultar en esta dirección. Aunque, como he podido comprobar también en Ribera del Duero, Galicia y Navarra, donde se sigue la misma tendencia, con un criterio muy adecuado, dando preponderancia a los vinos de la zona, no todos, pero si una buena selección. Existe una corta representación, pero bastante acertada, de casi todas las denominaciones de origen españolas y de Francia, Australia y Chile. Yo tomé, con asesoramiento, un Cueva de la Culpa 2006, de Bodegas Murviedro. Elaborado con las variedades bobal y merlot. Me estuvo extraordinario. Muy potente en nariz y complejo en boca. Lo disfruté mucho. No recuerdo bien pero tenía buen precio. Tienen servicio de venta a precio de tienda y me llevé dos botellas más a casa a 13,20 euros cada una.

El servicio del vino y la temperatura impecables. Ni una sola vez tuve que pedir el rellenado de la copa, estaban pendientes del vino y del agua.

También dispone de una excelente carta de destilados.

La carta de platos está dividida en cinco apartados, entradas frías, entradas calientes, pescados, carnes y platos de cuchara. También se puede consultar aquí.

Yo tomé de primero unas mollejas de cordero con puerros en dos texturas. Las mollejas estaban en su punto y muy buenas, pero de los puerros me esperaba otra cosa, ya que las dos texturas se limitaban a unos pocos fileteados y fritos, que al estar debajo del cordero habían perdido su textura por la humedad y estaban blandos. La otra parte de los puerros estaba simplemente al dente. Esperaba algo más de imaginación en este plato, algo así como una crema de puerros o un gelée o una espuma y los puerros fritos coronando el plato para mantenerlos crujientes. De las verduras del plato lo mejor unos espárragos trigueros que estaban tiernísimos. 8 euros.

El segundo plato fue lechazo relleno de peras al bobal. La misma sensación que el anterior, resolución simplista, cuando me parece que tenía muchas posibilidades. Una pieza de cordero asado enrollando conteniendo media pera al vino tinto. Que menos que poner la pera troceada o en compota o tal vez en bastoncillos caramelizados por el vino. La carne buena, horneada correctamente. Iba acompañado de una brocheta que venía fría, pero de elaboración estaba muy bien, Llevaba ensartadas una pera al vino, dos rollitos de calabacín y un rollito de bacon. Todo bueno pero con el fallo de la temperatura. 18 euros.

La carta de postres es espectacular, no por extensa sino por el problema que te crea para elegir, todo me apetecía, desde un carpaccio de higos con helado de yogurt, hasta los distintos helados, de aceite de oliva, de romero, de queso Idiazabal con salsa de regaliz, de regaliz con salsa de frambuesa, de bobal. Un problema. Ante mi indecisión me dijeron que como el helado era de tres bolas podía elegir tantos sabores. Me pedí romero, queso y regaliz. Además tuvieron el detalle de añadirme un carpaccio de higos para que no me quedase con el antojo. Muchas gracias. 6,50 euros. Un regalo.

Tienen una carta de infusiones muy original, yo me tomé una de frutas llamada Copacabana, a base de piña, coco, mora, manzana, kiwi y rosas. Muy buena y relajante, tanto que después me pedí un café. 1,50 euros cada uno. Con los petit fours trajeros un dulce típico, seguro que de origen árabe, de nombre alajú, elaborado con miel y limón, estaba buenísimo. Tengo que buscar dónde lo venden.

En conclusión un buen lugar para ir a comer, buen local, esmerado servicio, materia prima de calidad, buena bodega, buenos precios. Solo falta que afinen un poco más en la resolución de los platos. La guarnición también es importante.