Un clásico de la cocina, así definiría yo a este restaurante. Y no debe ser nada fácil mantenerse desde mayo de 1985 en esa misma línea. Han permanecido fieles a ese estilo que ha sido muy bien acogido por una multitud de clientes que ya hemos pasado por su sala
Está en la Avenida de Primado Reig, 149 de Valencia. Teléfono 963 697 036. El local es de estilo clásico, con abundancia de madera, cuadros y telas en las paredes, que le otorgan calidez al conjunto. Entiendo que a algunos no les pueda gustar esta ambientación y lo encuentren recargado, pero yo considero que es elegante y está muy equilibrado. Y no debo ser el único, ya que siendo martes a mediodía estaba completo.
Las mesas están correctamente vestidas y equipadas, en consonancia con la calidad del entorno, si acaso, las copas para el vino podrían mejorarse.
El servicio es correcto, serio, experto y profesional. No hay por que pedir más. Es mejor recibir un servicio de este tipo que uno demasiado campechano, que confunde la simpatía con la intromisión y el cachondeo.
La carta de vinos tiene una buena representación de referencias de toda España, con un apartado dedicado a espumosos. Predominan los vinos de Valencia, Utiel-Requena, Rioja y Ribera del Duero. Los precios son bastante comedidos, normales para la restauración. Nosotros tomamos La Montesa de Herencia Remondo, 2005, DO La Rioja. Ver ficha de cata aquí.
La carta es amplia, sin tener una sospechosa abundancia de platos que pueda hacer dudar de la frescura de las materias primas. Equilibrada, con buenas opciones para escoger. Destacan algunos platos convertidos en especialidades a lo largo de los años, como los crepes suzette, la paella de verduras de temporada o el afamado steack tartare de este local.
Nosotros empezamos con una ensalada de frutas con foie al aroma de moscatel. Las frutas eran manzana cocida, ciruelas, mango fresco y uvas en almíbar. El foie de calidad. Todo regado con una reducción de Módena. Un plato que nos llamó la atención, motivo por el que lo pedimos, y que no nos defraudó.
Continuamos, en plan clásico para estar a la altura de las circunstancias, con jamón ibérico de Jabugo. Atemperado, bien curado y con un extraordinario sabor. Una opción que no falla nunca.
El plato principal, y por el que habíamos decidido ir a comer a El Gastrónomo, fue su acreditado steak tartare, elaborado en nuestra presencia como es tradicional aquí, y con ese punto que lo hace exquisito en este restaurante. A nuestro alrededor varias mesas tomaron también el steak, es sin ninguna duda un buen reclamo. Este es el lugar, de los que conozco, donde más me gusta como elaboran esta especialidad.
De postres unos crepes especialidad del Gastrónomo. En esta elección nos confundimos, ya que lo que queríamos tomar eran los crepes suzette, que también se preparan en presencia del cliente, pero ya no había vuelta atrás. Decidimos que habría que volver, para poder tomarlos.
El otro postre fue un tiramisú, que estaba realmente bueno, mejor que los crepes. Suave y con una textura muy apetecible, a la vez que sabroso. Aunque, desde mi punto de vista, se ha convertido en un postre muy predecible.
Para finalizar yo tomé un café, que estaba bien hecho, lo cual, además de la técnica de elaboración, supone una buena elección de la materia prima (en unos días hablaremos de este asunto). Javi se tomó una copa de Don PX de Toro Albalá, dijo que le agradó mucho, yo personalmente lo encuentro excesivamente dulce.
En conclusión, un restaurante al que me gustaría volver más veces para poder disfrutar de su buena cocina. Hay muchas cosas de la carta que quiero probar y de su agradable ambiente.