Nombre: ENVERO
Dirección Calle Eolo número 12
Teléfono 963601111
El local es espacioso, está bien decorado y resulta muy agradable.
Mesas de color wengué, anchas y con una distancia prudencial entre ellas, los asientos de las sillas dan un poco de calor.
Iluminación tenue pero suficiente, nada molesta por intensidad o escasez.
Música no sé si había, no la percibí, y eso que tuve ocasión de hacerlo pues estuve un rato solo esperando y no pude oír nada.
Mantelería tipo camino de mesa, lo que te deja los brazos sobre la madera directamente, muy moderno pero no de mi gusto.
Vajilla, variada y moderna. Muy bien.
Copas de calidad, la cristalería es adecuada. En otras mesas hubo cambio de copas, según el vino pedido, nosotros como no cambiamos de vino tuvimos las mismas durante toda la cena. Bien.
El servicio es correcto. Destaca la atención de la sumiller, muy entendida, sabiendo aconsejar, pero haciendo que se lo pidas por favor. Excesivamente modesta.
La carta de vinos impresionante por lo extensa, te deja desorientado debido al exceso de oferta, imprescindible el consejo de la sumiller. La clasificación es original y muy orientadora, pues además de clasificar los vinos por cavas, blancos, rosados y tintos, dentro de cada uno de ellos establece distinciones por intensidades aromáticas, tánicas y de crianza. Muy interesante. Los precios no son excesivamente altos, lo habitual en restauración.
Al final tomamos el vino que nos recomendó la sumiller. Un Venta Mazarrón 2005, varietal de tempranillo, 14 grados, de la Tierra de Zamora (no de Toro), vestido con una etiqueta bastante original, 20 euros mas iva. Resultó un vino con una gran potencia aromática, al principio notas frutales, evolucionando hacia aromas terciarios, barrica, especias, tinta china, regaliz, etc. En boca tiene un potente ataque tánico al principio, pero al final de boca se vuelve suave y muy redondo. No lo sé explicar mejor, pero el final es muy agradable. Un vino a seguir. (ver cata)
La carta presenta una estructura clásica, dividida en aperitivos, entradas, pescados y carnes y postres. Tienen menú de trabajo para mediodía y menú degustación por 39 euros mas IVA. Nos decidimos por el menú degustación en lugar de pedir a la carta.
Empezamos con un aperitivo muy interesante, aunque aparentemente sencillo, no sé si cuando pruebe a sacarlo lo conseguiré. Se trata de un salmorejo con jengibre, muy refrescante y sugestivo. Se dice que el jengibre es afrodisíaco y yo opino que el salmorejo también.
Después nos dieron una entrada consistente en ravioli de vieira con guacamole. La cobertura del ravioli era de una consistencia gelatinosa y casi transparente, que mi falta de formación culinaria no me ha permitido averiguar que tipo de pasta era. En el interior un conjunto de sabores que se podían distinguir individualmente, lo cual es muy de agradecer, pues demuestra que no se esconde la materia prima. Sobre el guacamole apuntar que era más una licencia literaria, pues solo distinguimos unos cuadraditos de aguacate y el guacamole es algo más. Tal vez todos los ingredientes estaban en el interior del ravioli, pero el guacamole por definición es una pasta o salsa. A gustos. No obstante, fue muy de nuestro agrado este plato. Tal vez el mejor.
A continuación nos sirvieron pulpo con habitas, sobre un molde de patatas panaderas. Nada que decir, ni bueno ni malo, bueno si las patatas estaban bastante aceitosas.
Le siguió el plato en el que yo esperaba un lucimiento por parte de la cocina, lomo de atún con ensalada de hierbas. Pues no resultó como esperaba, el atún bastante insulso, la sorpresa de las patatas moradas se diluyó al probarlas, sabían a recocidas, llevaba también huevas de trucha y alguna cosa mas que no recuerdo, además de las hierbas. Un plato muy barroco, pero con una estrella, el atún, que no brillaba.
Llegó el turno de la carne, magret de pato, se ve que está barato, porque lo sirven en todas partes. La semana pasada también nos lo pusieron en La Salita. Este plato se volvió casi entero a la cocina, era una suela de zapato. Todo el mundo sabe que el magret se ha de hacer poco, si no se vuelve seco, pues como se aprecia en la fotografía, lo plancharon ya laminado, ya que la parte del corte tenia el color de la plancha. Nadie me preguntó por que me lo dejaba, y eso que me preocupé por que el camarero se enterase de que no me había gustado. La mezcla de la crema de fresas con la salsa de foie no fue de mi agrado tampoco.
El postre, ya tuvo pocas oportunidades, yo ya estaba condicionado, lo reconozco. Era un pastel de cerezas con un helado de te de monte. Sin pena ni gloria.
En conclusión, tenía muchas y muy buenas expectativas y tal vez por eso salí defraudado, hay otras opciones mejores en esta ciudad por un precio similar. La cocina, como dice un amigo mío “no acaba de estar bien resuelta”. Dos menús degustación, dos cervezas y una botella de vino, todo ello por ciento quince euros. Lo habitual.