Sábado a las 4 de la tarde en un centro comercial y sin haber comido, busco desesperado y entro en un restaurante del Grupo Vips, es un restaurante italiano.

Pregunto si está la cocina todavía abierta, por la hora que es, y me responden con total amabilidad, que sin problemas. Me llevan hasta una mesa y me entregan la carta.

El restaurante es cómodo, luminoso, no está muy lleno y las mesas están bien vestidas, excepto las servilletas que son de papel.

La carta exclusivamente de especialidades italianas es interesante, no es una típica carta de pasta y pizza, hay variedad, originalidad y parece que nivel y calidad. Me quedo con ganas de probar varias cosas.

Para beber, como voy solo, pido una cerveza italiana, Peroni. Es una cerveza lager premium, de las de baja fermentación, tipo pilsen, elaborada con los tres elementos básicos, cebada malteada, lúpulo y agua, y un cuarto elemento que es el maíz. Es una cerveza ligera y fresca, el aroma y sabor son también ligeros, la espuma de color blanco es liviana y poco densa, no tarda en quedar reducida a la mínima expresión, tiene 5,1º, un color amarillo pajizo y resulta bastante transparente, me la sirven en un vaso de la propia marca, lo cual siempre me parece de agradecer. Es una cerveza como muchas de las que tenemos por aquí.

De la carta elijo una ensalada, que traducido dice algo así como reina de los quesos, lleva queso de cabra y parmesano sobre un lecho de lechugas variadas, frutos secos, además de una salsa de queso y el inevitable aceto di módena. Es impresionante por las dimensiones del plato, pero la encuentro buena y me la termino completa. Prácticamente con este plato ya he comido.

De segundo he pedido un arroz con setas. Antes he preguntado si lo hacían para una sola persona, me han contestado que por supuesto. En casi todas partes los arroces son siempre para un mínimo de dos personas, lo cual no acabo de entender. La seta de origen italiano es la funghi porcini, resulta bastante sabrosa, aunque el arroz lo encuentro un poco insulso al principio. Me centro en él y poco a poco voy apreciando los matices de las setas entre los granos de arroz y el abundante queso con el que se ha cocinado el plato. Al final acabo con él a pesar del tamaño.

Las raciones parecen hechas para dos personas.

No puedo tomar postre, no me cabe nada más y menos aún si lleva queso. Dudo si pedir una grappa, para ayudar a la digestión, pero recuerdo mi última experiencia en otro restaurante y me abstengo, pido solo el café, que también resulta ser de dimensiones familiares. Lo encuentro bueno. Los italianos tienen fama de hacer buen café.

Mis recelos iniciales han quedado despejados, se puede comer bien en esta cadena de restaurantes. El precio es bueno, si además se comparte el primer plato, mejor aún.