En la gastronomía, como en casi todo, también existe la moda. Unas veces se busca en los restaurantes la cocina casera y de mercado o la cocina mediterránea, en otras la cocina creativa y en otras ocasiones la exótica. Ahora está viniendo fuerte, de hecho ya está aquí de la mano de los grandes chefs, la alta cocina de tapas o pinchos. Aunque creo que todavía se mantiene con fuerza el interés por la cocina oriental, sobre todo la de calidad, fundamentalmente japonesa, india y tailandesa. Las cocinas china y árabe parece que están ahora en la reserva, esperando una renovación, fundamentalmente imaginativa. El arroz tres delicias y el cerdo agridulce han perdido todo el interés del público.
Aunque no suelo frecuentarlos mucho, de vez en cuando me gusta ir a un restaurante de cocina oriental. En esta ocasión fue el Yashima, en la Avenida Josep Tarradellas número 145 de Barcelona. Teléfono 934 190 697. La decoración de la sala me recuerda a un jardín japonés de interior. El ambiente trasmite mucha tranquilidad.
Las mesas sin manteles y con un bajo plato rectangular, que hace las veces de mantel individual, sin conseguirlo, ya que resulta incómodo al tener un grosor de casi un centímetro, que parece poco pero es suficiente para que estén rozando los brazos continuamente con él. Las copas, las de siempre, muy mejorables.
Como es mi costumbre antes de empezar la comida, mientras leo las cartas, me gusta tomar una cerveza, si es posible como la de la foto Voll Damm, no demasiado fría. Mi preferida.
Para acompañar a la cerveza como aperitivo edamame, bayas de soja.
Para empezar la comida una ventresca de atún con salsa dulce. El plato se denomina “Toro no teriyaki”. Buen punto y sabrosa.
No podía faltar una selección de shasimi y shusi. Bien presentado.
Luego vino un plato de fideos fritos acompañados de marisco, es algo así como kaisen yakisoba. Significa tallarines mejorados o cambiados para mejorar.
La comida finalizó con un surtido de tempura, en carta tempura moriawase. Significa eso mismo, surtido de tempura. Es difícil encontrar una tempura que no resulte grasa y demasiado gruesa.
La elección del vino siempre es un problema, personalmente creo que a la cocina oriental le va mucho más la cerveza, pero me resisto a comer sin vino. Aunque reconozco que para ser coherente yo debería pensar más detenidamente en el maridaje de vino y comida, pero también los restaurantes deberían tener una carta que facilite esa elección. La deliberación concluyó con la designación de un Enate 2007, cabernet sauvignon y merlot que se comportó dignamente con lo que tuvo que lidiar.
El precio 117,89 euros la comida para dos personas. Si tuviese que hacer una valoración le daría un aprobado alto, lo menos conseguido fue la tempura, para mi gusto.