Con motivo de la cena de presentación de la serie Open de Montecristo, de la que hablaremos en una próxima entrada, nos reunimos unos cuarenta miembros del Club Pasión Habanos en este restaurante que está en la Avenida de Pio XII número 19, en Valencia 46015. Teléfono 963 274 959.
Ya estuve en una anterior ocasión en La Cuina de Boro, y por eso omito la descripción del local que ya se hizo aquí.
En cuanto a la preparación de las mesas no se escatimo espacio, tratándose de una cena colectiva se juntaron varias para formar unas de gran tamaño, en la que yo estaba éramos catorce. Perfectamente equipadas y con la cristalería Riedel. Cambios de servicio en cada plato. No hace falta contar mucho para calcular cuantos platos y cubiertos se lavaron esa noche.
El menú, como es habitual en este tipo de eventos, era cerrado. Lo cual no disminuye la dificultad que tiene servir tantos platos a la vez, sin que se enfríen y sin que los comensales tengan que esperar a su plato una eternidad. Bien por la cocina.
El servicio fue eficiente, había un camarero por mesa y no tuvimos ningún problema con el ritmo y atención. Maite Pérez, al frente de todos ellos, se multiplicaba pendiente de todos los detalles.
Hay que recordar que en mayo de 2009 Maite fue elegida representante por la Comunidad Valenciana para el campeonato nacional de habano sumilleres.
El menú elaborado comenzó con una cucharita de guacamole, con un chip de maíz. Un bocado fresco y apetitoso.
Le siguió una crema de setas de temporada con un jamoncito de codorniz. La carne rompió la monotonía visual que hubiera podido tener el plato manteniendo el equilibrio del conjunto. La línea de aceite trazada en la superficie de la crema también le aportó atractivo y sabor.
El milhojas de verduras gratinado es un auténtico milhojas. Se puede apreciar la finura del loncheado de las verdura. A destacar la generosidad con los piñones. Para mí fue uno de los mejores platos de la noche.
A continuación nos sirvieron unas croquetas de chipirones en su tinta, acompañadas de una crema de carabineros. Sabores reconocibles.
La tinta se puede apreciar perfectamente.
Hasta este plato estuvieron sirviendo el vino blanco Groc 2008, un verdejo de la DO Rueda, elaborado por las Bodegas Ossian. Un blanco con una buena acidez, con aromas de flores blancas y frutas cítricas. Se ofreció la posibilidad de cambiar al tinto con las croquetas, yo preferí esperarme hasta el bacalao. (Ver comentario número 1)
El plato de pescado fue lomo de bacalao con pisto confitado. Buena la ejecución de este plato. El bacalao en su punto y el pisto me recordó los sabores de toda la vida. Me gustó la presentación de esta plato y el colorido.
El siguiente plato fue la carne, carrillera de ternera con crema de calabaza y rebollones. La crema de calabaza resultó un complemento muy adecuado para la carne, que estaba muy tierna. De nuevo un toque imaginativo en el plato.
Con el bacalao y el plato de carne que le siguió nos sirvieron un tinto de la DOC Rioja, Dios Ares 2005. Un rioja de línea algo modernizada, con una buena intensidad aromática, con notas de cereza y mora. Bueno en boca y muy expresivo. (Ver comentario número 1)
El primer plato de postre fue una copa con crema de requesón y compota de manzana. Un buen equilibrio de sabores y un tránsito suave hacia el segundo dulce más goloso.
El segundo y último postre consistió en una bomba de chocolate con praliné de avellanas, acompañado de una frambuesa espectacular por la perfección de su superficie. De nuevo un buen conjunto cromático en el plato. El interior del chocolate era de trufa.
En conclusión, una vez más he podido comprobar el oficio del personal de este restaurante. Buen servicio y creatividad en la cocina, acompañada de calidad y buena materia prima. El precio de la cena fue de 50 euros, una excelente RCP.