Restaurante con nombre de una obra teatral de Jacinto Benavente. Está decorada con cerámica con motivos del folklore español, manolas, toreros y escenas florales. Dirección calle Polo y Peirolón número 53, en Valencia. Teléfono 963891186.
Constan es el propietario y estuvimos comentando los problemas que tiene para resolver la mala acústica del local. Es cierto que es algo ruidoso, pero como desgraciadamente es muy habitual en muchos restaurantes, parece que lo tenemos bastante asumido. De hecho los que estábamos a la mesa no habíamos comentado nada al respecto.
El local es amplio, con un comedor semiprivado, donde hay una pequeña bodega. Era jueves y estaba prácticamente lleno, incluso había siete u ocho mesas en la terraza, casi todas ocupadas también. Es un detalle a tener en cuenta, si la gente acude es por alguna razón.
Las mesas no son muy grandes, pero como están montadas para ser ocupadas exclusivamente por dos personas resultan muy cómodas. Bien vestidas y equipadas de forma correcta. Me llamó la atención que las copas llevan la firma Cune, la bodega de la Rioja.
El servicio del vino es correcto al principio, con envinado de copas muy meticuloso, pero acaba con el primer servicio en la copa, después ya se sirve cada uno.
La carta de vinos es muy extensa, muy equilibrada y con muy buenas referencias, a unos precios adecuados para restaurante. Nosotros pedimos Beryna, de Bodega Bernabé Navarro de la DO Alicante, 14,5º con una crianza de 14 meses en barrica de roble francés nuevo. 60% de monastrell y 40% de otras variedades (tempranillo, cabernet sauvignon, syrah y merlot). Un vino que no voy a descubrir ahora, ya es de sobra conocido y con una RCP en tienda espectacular.
La carta de platos también es amplia, con un apartado importante de ensaladas y entradas. Después hay revueltos, tablas de fiambres y quesos y carpaccios. Le sigue un buen surtido de carnes a la plancha o a la brasa, el punto flojo es que solo hay dos pescados, bacalao y rape.
Pedimos dos entradas para compartir, una tabla de jamón ibérico, bueno de sabor, pero sospechosamente muy iguales todas las cortadas. Provienen de una bolsa o han sido cortadas a máquina un momento antes de servirlo. Ganaría mucho teniendo un jamón para cortar a mano, un restaurante con esta afluencia de clientes puede permitírselo.
La segunda entrada fue un milhojas de berenjena, con capas de queso intercaladas y unas lonchas de jamón. Gustó bastante. Mojamos pan en la salsa, que no era más que un aceite de perejil, pero sabrosa.
Como los platos principales se retrasaban un poco, realmente muy poco, nos sirvieron para hacer más llevadera la espera, una especialidad de la casa, los “malqueridos”. Es un plato muy original y que en su punto está muy bueno, éstos estaban demasiado hechos. Es un langostino rebozado y frito en brocheta, dentro de un pequeño vaso lleno de crema de queso. El detalle es de agradecer.
De platos principales tomamos magret de pato en reducción de frambuesa y mandarina con peras y manzanas al jengibre. Correcto pero sin entusiasmar. Reconozco que coger el punto al magret es difícil, aunque creo que la solución es dejarlo más pronto poco hecho. En este caso se hubiese agradecido.
Los otros dos platos muy buenos, chuletas de cordero a la brasa y chuletas de cordero empanadas en parmesano y perejil con crema de mostaza. Estas segundas muy logradas y sabrosas. Además las raciones muy generosas.
De postre solo tomamos un coulant de chocolate con crema inglesa. Bueno, pero a la crema inglesa no le acabo de encontrar el punto, me refiero a mí. Es la segunda vez que la pruebo en poco tiempo, en distintos sitios, y me da un sabor a producto envasado. Aunque estaba bastante mejor que la que probé en otro sitio, ya que ésta tenia un ligero sabor a caramelo (azúcar tostado).
Los cafés buenos, la marca de las tazas era Illy, supongo que el café también, me resultaba familiar.
En conclusión un local que se puede adaptar a todos los bolsillos y gustos, ya que la oferta es muy amplia, tanto en platos como en bodega. El servicio atento y diligente, muy bien organizado, sin fallos a pesar de estar el local lleno.
En una mesa cercana vi que servían copas diferentes según los platos que iban sacando, tengo que preguntar y probar esa modalidad, ya que vi cosas muy interesantes, como dos cavas, uno de ellos rosado, y otras cosas, Marqués del Puerto, etc. A no ser que se tratase de clientes “especiales”.
Precio para tres personas 111 euros. Dos entradas, tres de carne, dos de agua, dos cafés y el vino. Muy bien.