Aprovechando un encuentro con Sebas, chef de La Sequieta, mientras visitábamos la Mostra de Vins Valencians de este año, concertamos con él una comida inspirada en la cocina mallorquina. Tengo que decir que aceptó el reto inmediatamente y quedamos emplazados para el día 30 de abril en la sede del restaurante, en Camí Vell de Torrent número 28, de 46970 Alaquás, teléfono 961500027.
Sobre el local volver a decir que es muy agradable, como ya expliqué en la anterior entrada que hice de este restaurante. Sobre las mesas y las copas me remito también a aquella entrada. Igualmente sobre la carta de vinos.
Como he dicho al principio el menú no estaba pactado, pero si convinimos que sería tradicional mallorquín, o al menos inspirado en platos de la isla.
De aperitivos tomamos unas verduras encurtidas suaves muy originales, llevaban “raïm de pastor”, las acompañamos con unas aceitunas arbequinas y unas cervezas Alhambra Reserva.
Empezamos acompañando la comida con un vino mallorquín, el Ánima negra 2, elaborado principalmente con variedades autóctonas (65% callet, 20% mantonegre y fogoneu y 15% sirah) y 12 meses de crianza en barrica de roble francés y americano. Un vino muy agradable que siempre me sorprende, aunque lo encuentro, lógicamente, más ligero que su hermano mayor el AN. Precio 22 euros.
Como no quedaban más botellas del primer vino pasamos a tomar Carmelo Rodero crianza. Elaborado con un 95% de tinta del país (tempranillo) y un 5% de cabernet sauvignon, con 15 meses de crianza en barricas de roble francés y americano. Un vino potente y muy expresivo que nunca defrauda, a mí me gusta mucho. Precio 26 euros.
El primer plato consistió en trampó mallorquín, una ensalada de tomate, cebolla y pimiento aderezada con menta. Recuerda una especie de gazpacho andaluz sólido. Iba rematado con unas habas tiernas doblemente peladas y estaba exquisito.
A continuación nos sirvieron una coca de pimientos y tocino ibérico en la cual el pimiento resultaba bastante dulce lo que acentuaba el contraste entre los ingredientes del plato. Muy bueno.
El siguiente me sorprendió. Era frito o fritura de lechona, que contenía bastante hígado, pulmón y corazón, lo que se denomina asadura, con unas verduras fritas. No es un plato de mi gusto, ya que no aprecio las vísceras, aunque a otros les estuvo bueno, sin entusiasmar.
Después de este, para compensarme del anterior, vino el plato que más me gustó, huevo pochado con habas tiernas. Venía aderezado con una sal de color dorado rojizo que nos dijeron que era sal de cobre, que evidentemente no tiene nada que ver con el oxido cuproso que es un producto fungicida y bactericida, ni con las otras muchas sales resultado de combinarse con algunos ácidos. El plato, como he dicho, estaba bueno y no hubo efectos secundarios.
Llegó el turno del arroz. Era una paella de arroz seco con sepia y alcachofas. Estaba un poco falto de sal y con un sabor muy sutil a pesar de que venía con bastantes ingredientes, como se puede apreciar en la foto.
El primer postre fue un sorbete de azahar y el postre principal gató con helado de canela. El gató es un pastel típico mallorquín que se elabora básicamente con huevos, almendras y azúcar.
Acabamos la comida con unos gin tónic de la ginebra de Menorca Xoriguer.
El menú nos costó 40 euros por persona, bebidas aparte.