Restaurante con un planteamiento, que sin ser novedoso, tiene algo de innovador. Dos ideas fundamentales son las que caracterizan esta forma de entender la restauración, división en el local, una parte informal para comer a base de tapas o pinchos y un comedor para comer a la carta o con menú degustación, la otra idea es la de ofrecer una buena y extensa carta de vinos para degustar por copas. Esta idea es estupenda para la zona de tapas, pues para tomar dos pinchos no necesitas una botella entera, pero también para la de carta, ya que permite armonizar cada plato con el vino más adecuado.
Está en la calle Juan Llorens 31, por suerte un poco apartado del bullicio de los locales de copas y restaurantes más concurridos, pero lo bastante cerca para después continuar la fiesta en ellos, 46008 Valencia, teléfono 963381882.
El local tiene a la entrada habilitadas unas mesas altas con taburetes para las tapas, cerca de una barra que también está a la entrada, después, separado por una cristalera se encuentra el comedor. La decoración es minimalista con colores claros y decoración moderna y elegante. La iluminación es irregular ya que las lámparas no coinciden con las mesas, esto permite a cada uno elegir si quiere más o menos luz, mientras haya mesas libres claro.
Las mesas son bastante amplias, bien vestida, como se ve en la foto, y bien equipadas. La cristalería es bastante buena, aunque a mí no es el tipo de copa que más me gusta, ese final cónico no me parece el mejor, prefiero las que tienen la parte ancha redondeada, como si fuera un tulipán gigante.
El personal muy atento y profesional, sin agobiar pero pendientes del cliente.
La carta de vinos es bastante completa, tanto la de copas sueltas como la de botellas, lógicamente ésta última es algo más extensa, hay para elegir, en esta ocasión tomé primero un blando de Rueda de la Bodega Protos, y después un Dominio de Tarés de la D.O. Bierzo, un mencía 100% que al principio me asustó por el intenso sabor a madera que desprendía, pero poco a poco desapareció y empezó a desprender todo un repertorio muy variado de aromas frutosos y de crianza que no pararon hasta el final de la cena. Un vino que me satisfizo mucho.
La carta de comida es mas bien corta, por aparte tienen dos menús degustación por 25 o 33 euros con platos que no figuran en la carta, lo que amplia bastante las posibilidades. De hecho yo me pedí un plato que no estaba en la carta.
De entrada un calamar a la plancha con pimientos asados, de elaboración sencilla pero buen resultado, ya que la materia prima estaba buena y no requería mucha manipulación. Lástima que los pimientos eran envasados, de esos que van al vacío, que están asados con leña y todo eso pero son industriales y el envase se les nota.
Después pedí lomos de bacalao con arroz meloso con puntillas, que era del menú degustación, estaba correcto pero el arroz había dejado de ser meloso, tal vez por efecto de la salamandra, que es un electrodoméstico que se utiliza en los restaurantes para mantener los platos calientes cuando están ya preparados y el cliente aún no ha terminado el anterior. Se sabe cuando el camarero viene con el plato cogido con un paño por que se quema, es por el rato que lleva dentro de la salamandra.
El otro plato era un solomillo de cerdo con adobo canario, ha este le ocurría como al bacalao, venía pasado de punto y resultaba un poco seco, bueno hay a quien le gusta la carne más hecha, a mí no. El adobo canario era un mojo picón con unas patatitas muy pequeñas que estaba muy sustancioso y picón.
El postre fue sublime, buena combinación de sabores, refrescante y goloso a la vez. Un helado de mandarina con sopa de chocolate blanco y granizado de vino tinto. El helado extraordinario, la sopa de chocolate buena y el granizado de vino tinto original.
El pan es variado, hay tres tipos para elegir, bueno es el mismo tipo pero uno con semillas de amapola por encima, otro con sésamo y el tercero sin nada.
El café bueno, lo cual ya está empezando a ser algo extraordinario, por lo poco que se cuida este detalle en algunos restaurantes. En este sí era bueno.
Un lugar que recomiendo visitar, cuando pruebe las tapas ya opinaré sobre esa vertiente del restaurante. Pero vale la pena ir para tomar una copa de vino a elegir.