El 27 de febrero volvimos con unos amigos a comer en este restaurante. Ya explicamos su situación y describimos las características de la sala y de las cartas aqui, con motivo de la visita que hicimos en otoño. Todo sigue aparentemente igual, el sitio sigue siendo cómodo y agradable, las mesas impecables y de buen tamaño. En esta ocasión, como éramos siete, comimos en la mesa redonda que hay al fondo. Con Cristina al frente de la sala, el servicio, cumpliendo a la perfección, con rapidez y eficiencia.
Escogimos el menú sorpresa de invierno 2010, que es el más largo de los dos que hay en carta. Además lo elegimos con vino, es decir, Cristina se encarga de armonizar un vino con cada plato. El precio de ese menú con vino es de 65 euros.
Las realización de los platos, su composición y sabores están a un nivel muy alto. Lo que comimos y bebimos es lo que a continuación se detalla.
Empezamos con unos snacks compuestos de anacardos al curry, chips de boquerones, pimiento frito con vinagre de Módena y patata, ajopringue manchego con pan tostado y chicharrones de bacalao con alioli. Un buen principio, sobre todo los pimientos fritos y los chicharrones de bacalao.
Los snacks los acompañamos del cava que embotellan especialmente para el restaurante, un cava Maralba brut nature.
Después tomamos unas tapitas sorpresa que de derecha a izquierda eran un flan de liebre con cibet, al centro cous cous marino, huevas de merluza, huevas de trucha y romesco y a la izquierda un gelé de ibérico con jugo de judía de perona y vinagreta de piñones. El cous cous nos dejó a todos impresionados. Los acompañamos con el mismo cava.
El primer plato era una revisión de la ensalada de perdiz escabechada, acompañada de unos champiñones crudos laminados. Una gran elaboración del escabeche y original presentación.
Este plato lo acompañamos de un tinto Damana 5 meses. Un tinto joven con algo de crianza en barrica, elaborado con tempranillo y algo de cabernet sauvignon. Nos pareció interesante y se bebía muy bien.
El siguiente plato fue un bombón de bacalao ajoarriero con sopa castellana de pan y pimiento asado. Me pareció un plato redondo, una buena interpretación del ajoarriero.
El vino para el bacalao fue un Bernard Baudry 2006. Tenía unos aromas muy fuertes a cuero y establo, de lo cual ya nos advirtió Cristina, aconsejándonos que lo dejásemos respirar para ver su evolución, pero no tuvimos paciencia y no gustó mucho.
El tercer plato consistió en “Visión del pisto manchego”. Una deconstrucción del famoso plato. El pescado estaba fantástico.
Se acompañó de un blanco Selbach 2007, riesling alemán. Con una buena acidez y frescura.
Continuamos con un canelón de calamar en su tinta con leche de almendras. Lo seguimos armonizando con el mismo vino de riesling.
El quinto plato fue una lubina salvaje en suquet de alcachofas. Se me pasó hacerle una foto. El vino que la acompañaba era Groc, un varietal de verdejo de Castilla y León.
El último plato salado fue pichón de caserío con gazpacho manchego y raviolis de sus patitas guisadas. Buen plato, bien trabajado y en su punto.
Lo acompañamos con un tinto Tierras de Mediodía 2006, de Bodegas Ampelos, de la DO Almansa. Vino carnoso, con cuerpo y muy buena armonía con la carne de pichón.
El primero de los dos postres fue un ravioli de manzana con flan de romero, ensalada de hinojo y manzana y menta.
Se acompañó de un blanco Chateau Costeau Cadillac. Elaborado con las variedades semillon, sauvignon blanc y muscat.
El segundo postre era un café bombón que llevaba royal de café, helado de leche de oveja y crujiente de condensada.
Este postre se armonizó con un PX de la Bodega Torres Burgos,
Después . ya para terminar, llegó el turno de los “petit fours”. Compuestos de bombón de higo seco y chocolate, también había pan de calatrava, kikos de chocolate negro bañados en cacao, chocolate blanco helado con pipa helada y salada y merenguitos.
Y por último unos cafés y unas copas.
Un sitio al que no hay que dejar de ir.
Nota añadida: Ha obtenido su primera estrella Michelín en la edición de 2012