El mismo día que llegamos a Barcelona (7 de enero) teníamos decidido adonde íbamos a cenar. Guiándonos por una conocida web valenciana, con amplia participación de foreros de toda España, decidimos ir a éste restaurante, ya que tenía buenas opiniones y una puntuación media de 8 sobre 10.
Está ubicado en la calle Aribau número 100 de 08036 Barcelona. Teléfono 934 545 201.
El local es bastante estrecho, al menos en su primer tramo, inmediatamente después de la entrada, donde las mesas están pegadas a la pared y el otro lado es el pasillo, por donde pasan todos los clientes que van a la parte interior, aunque la anchura es suficiente y no molestan. La iluminación es bastante tenue, si fuese un poco más intensa redundaría en beneficio del colorido y tonalidades de los alimentos. El impacto visual es un aspecto bastante descuidado entre algunos restauradores, no es solo una cuestión de composición, también de iluminación. Lo que se trabaja y se cuida en la cocina no puede ser apreciado correctamente en la sala.
Las mesas bien equipadas, aunque el camino de mesa sigue sin gustarme, es incómodo para mí, aunque la superficie de la mesa sea de calidad prefiero el tacto de un buen mantel. Copas y vajillas bien.
El personal es atento y eficiente.
No hay carta por la noche, desconozco si la hay a mediodía, se ofrece un menú degustación cerrado, a 39 euros por persona (IVA incluido) compuesto de tres entradas, un pescado, una carne y dos postres.
Buena carta de vinos, extensa, equilibrada y representativa. Precios correctos. Pedimos un Dido de Bodegas La Universal de la DO Montsant. Bastante conocido por nosotros y que nunca defrauda. Precio 22,21 euros. Con la elección de este vino nos lanzamos de cabeza a la piscina, ya que visto que no era posible maridar la cena con un único vino, decidimos tomar uno con bastante carácter y utilizar la cerveza para los platos incompatibles, como las alcachofas o la merluza.
Nos sirvieron un pan interesante, muy esponjoso y con la corteza crujiente, acompañado de aceite de oliva virgen extra de Jaén. También nos pusieron un surtido de sales: sal rosa del río Murray (Australia), sal negra de Hawai y sal Maldon.
También nos sirvieron para acompañar a las cervezas unas patatas fritas y unas aceitunas, bastante saladas, por cierto.
El menú se iniciaba con un mi cuit de foie caramelizado sobre una base de galleta, con manzana a la vainilla. Estaba bueno aunque no percibimos el aroma de la vainilla.
El siguiente plato era una crema de coliflor con jengibre y pollo rustido. Al igual que con el plato anterior el jengibre era tan sutil que tampoco lo notamos. La crema llevaba también patata y quizás alguna otra verdura u hortaliza.
A continuación nos sirvieron la cazuela de alcachofas con habas tiernas y bogavante. Al fondo de pescado que había en el plato le sobraba algo de sal. También nos pareció que no había mucha armonía entre los elementos que componían el plato, nos pareció un poco forzado combinar las habas “tiernas” con las alcachofas y el marisco. Para mi gusto las primeras sobraban.
El cuarto plato fue el de pescado. Una merluza con “calçots”, romesco y salsa moscatel. El punto del pescado estaba inmejorable, tierno y sabroso. Aquí si, la salsa romesco y el calçot combinaban bien en el plato.
El plato de carne era cordero asado con garbanzos y cinco pimientas. El cordero y la salsa perfectos, pero los garbanzos parecían llegados al plato en el último momento, no me parecieron integrados en el conjunto.
El primero de los postres, un pastel de carlota con cardamomo y helado de vainilla. Interesante y sabroso. Complejo y picante.
El segundo de los postres, a base de tres texturas de chocolate, con una bonita presentación.
El de la izquierda era un ganache, acompañado de aceite, sal y galleta. Original combinación, es curioso como combina el chocolate con el aceite y la sal. Probad aunque sea con un helado o una mousse de chocolate.
El del centro un brownie con helado de yogurt. El brownie estaba algo seco.
El último, el de la derecha era un bombón relleno de chocolate líquido y acompañado de pistacho. El más interesante de los tres. El efecto de la explosión de una bola de chocolate en la boca me resulta bastante sensual.
El precio final para dos personas 115,84 euros. Me parece una buena relación calidad precio. Aunque debido a las altas expectativas que llevábamos, conocidas las opiniones de otros aficionados, quedamos un poco insatisfechos. Seguramente quien vaya sin referencias quedará más complacido. Vale la pena la visita.