Lo primero que me llamó la atención es el entrono en el que se encuentra ubicado este restaurante. La gastronomía bien ambientada se disfruta mucho más. La dirección es Camiño da Serpe s.n. 36992 Raxó. Pontevedra. Teléfono 986 741 378.
Llegar hasta allí no es difícil, pero si algo complicado, por la falta de indicaciones en la carretera. Indicaciones que te dan de forma muy precisa por teléfono, deben tener mucha práctica. Una buena opción son las coordenadas en el GPS Latitud: 42° 24' 34.68" N Longitud: 8° 45' 15.83" O.
El lugar como he dicho es paradisiaco. En medio de la naturaleza, rodeado de bosques autóctonos y con jardines propios, se levanta un edificio de líneas sencillas y elegantes, con un atractivo diseño que me hizo sentir a gusto.
El interior sigue la misma tendencia, elegancia y sobriedad bien coordinadas. Comodidad y luminosidad.
Vistas directas a los jardines. Un lujo.
Las mesas impresionantes de lo bien dispuestas. Manteles perfectamente planchados. Buena cristalería Stölzle. Lástima que la música ambiente no resultó de mi gusto. La música country no me parece la más adecuada para relajarse y disfrutar de una comida. El volumen era excesivo según mis preferencias, protagonizaba el espacio acústico, demasiada armónica que sobresalía por encima del sonido del banjo y guitarra, resultaba bastante irritante. Después de pedir por dos veces si podían seleccionar otro tipo de música, bajaron un poco el volumen.
El personal realiza un trabajo que roza la perfección. Hay un gran equipo que conoce muy bien su profesión. Tengo que destacar, con mucho énfasis, que el ritmo de salida de los platos fue perfecto, en ningún restaurante me he encontrado con una sucesión de servicio tan organizada y armónica. Un diez para el ritmo de la comida. Perfecta la salida de los platos y el llenado de las copas de vino.
La carta dispone de tres menús, uno de trabajo, de una hora de duración, por 29 euros, otro menú degustación, de una hora y media de duración estimada y 62,40 euros y un menú gastronómico, de dos horas y media de duración estimada, por 78,85 euros. Iva incluido. La elección recayó en este último, del cual se nos advirtió que estaba basado en la degustación de la materia prima principal prácticamente cruda. La perspectiva de tomar buena materia prima con todo su sabor natural, me encantó
La carta de vinos me pareció muy bien elaborada, me gustó lo que vi. Para la mayor parte del menú elegimos un vino de albariño “Dorado 2007 Superior”, elaborado en Portugal por Quinta do Feital. Un vino afrutado y mineral. Suave y gustoso. Excelente albariño.
El pan resultó ser excepcional. Tomado solo estaba exquisito. El mejor que he probado en Galicia y eso que por allí hacen buenos panes.
El menú empezó a gran altura. Vieira con manzana ácida, hierba de anís de la Serpe y oliva arbequina. Intensidad de sabores auténticos. Fantástico.
Tosta de pan de trigo, lomo de jurel con un sofrito de ajís y zanahoria. La masa estaba genial, pero el lomo de jurel más todavía.
Sardina marinada con torrija en caldo de cebiche. Suavidad y sabor. Estupendo bocado.
Bonito rojo macerado en una salmuera de whisky de malta con brotes tiernos de maíz. Un plato espléndido, lleno de sabores.
Tortilla jugosa de huevos de aldea con camarones y brotes de ajo tierno. La tortilla muy bien, el camarón mejor más crudo, por favor.
Almejas con una sopa de aromas tostados y brotes crujientes. Este plato no me lo pude terminar. No entiendo que le aporta un caldo tan fuerte y tan salado a la suavidad de la almeja.
Merluza de pincho frita en un rebozado de huevo y ajo asado, con mahonesa de lima. Muy buena de sabor, un puntito menos de cocción hubiera resultado extraordinario.
Dim sum de caldo gallego. Excesivo predominio del chorizo en este plato. ¿Fusión?
Para el plato de carne un vino tinto por copas. Alcouce barrica. Un mencía de la D.O. Ribeira Sacra, de la Bodega Chao do Couso. Buen aroma y una sedosidad en boca impresionante, es lo que más me llamó la atención. Lo estoy buscando para comprarlo.
Steak tartar cremoso, aliñado con mostazas antiguas y ligeramente picante, con queso gouda viejo y pan de maíz. Lo primero que me llamó la atención de este plato fue el color, igual que el de la carne, no había contraste cromático ¿se buscaba eso? La carne muy buena, bien especiada y suave. Me gustó, que eso es lo importante.
Antes del postre una original queimada fría dentro de una lima.
Finalizamos la parte salada del menú con una degustación de quesos. Curiosamente ninguno de ellos gallego. Cada uno con su contrapunto. El brie, primero de la izquierda acompañado de hierbas aromáticas un poco picantes. El siguiente povolone junto a la naranja. El tercero emmental con manzana. El gouda con frutos secos garrapiñados. El roncal con tomate. Y el gorgonzola emparejado con el membrillo.
Lástima que para los quesos se nos había terminado el vino blanco, que hubiera acompañado de maravilla a estos. Para suplirlo nos ofrecieron una copa de riesling Bürklin Wolf Rechbächel Auslese.
De postres, nube de melocotón, fresas, pimientas de los mundos y helado de hierbaluisa.
El otro, leche, cacao, avellanas y azúcar ¿os suena?
Para tomar el café salimos a la magnífica terraza.
Desde la que se disfruta de un maravilloso paisaje, con el mar al fondo.
Los petit fours de piña especiada macerada en ron, trufa de chocolate ecuatorial con cítricos en polvo y un falso turrón de frutos secos.
En conclusión, una experiencia que me encantaría repetir. Una comida muy agradable en un entorno privilegiado. Ritmo de servicio perfecto, sin altibajos. Lo único revisable sería algún punto de cocción, mejor algo más crudo. Satisfacción general es la sensación final.