Érase una vez una casa de principios del siglo pasado en la que escondieron un restaurante, en una calle muy discreta de la ciudad de Xàtiva 46800, en el número 22 de Portal de València. Tiene teléfono 962 288 237. No hay timbre en la puerta, hay que llamar con la aldaba. Aunque veáis cerrado no desfallezcáis, si no es domingo ni lunes están dentro.
El motor del proyecto es Jordi Garrido Serra, chef que ha trabajado en conocidos restaurantes, aunque no tuvimos el gusto de saludarlo. El edificio consta de varias plantas, en la baja y primera hay comedores habilitados, también en un patio interior climatizado que está cubierto por una cristalera.
Desde el patio o terraza se disfruta de una vista completa de la cocina abierta, hay solo una barra entre los cocineros y los comensales, con lo cual se ve y se escucha en todo momento como se elaboran los platos.
La estancia en la terraza es agradable, se encuentra bien decorada y al menos durante el día la iluminación natural es más que suficiente.
Las mesas están bien vestidas, aunque de corto, el mantel es ajustable y cubre exclusivamente lo que es el tablero. Las copas Schott, muy adecuadas.
El personal muy correcto y dispuesto, aunque en momentos puntuales falto de soltura, a pesar de que llevan dos años funcionando. El servicio del vino se limita al descorche y cata. Como he dicho otras veces casi lo prefiero, así me sirvo cuando quiero y lo que quiero.
La carta de vinos es algo corta y además la están cambiando en estos momentos, curiosamente ordenada por precio, sin indicación de su origen, aunque si de la añada, no obstante no tuvimos problemas, el primero que pedimos lo tenían. Predominan los vinos valencianos con nivel, por ese lado muy bien, el resto son denominaciones muy conocidas, Ribera, Rioja, Toro, etc. Los precios bastante ajustados. Tomamos Luis Alegre crianza 2006, DO Rioja. 18 euros. Discreto y típico rioja. Elaborado con tempranillo en un 85% y el 15% restante con graciano, mazuelo y garnacha.
La oferta para comer consiste en un menú degustación, cambiado semanalmente, basado en productos de la oferta diaria del mercado y de algunos proveedores locales escogidos. Disponen de huerta propia. En el menú degustación ofrecen la posibilidad de hacer un pequeño cambio consistente en sustituir los platos de carne y pescado por uno de arroz. Nosotros escogimos uno de cada.
Empezamos con un aperitivo de rosquilleta de elaboración casera con una lasca de cecina. La encontramos buena, sobre todo la cecina.
El pan de elaboración propia, con tres fermentaciones, estaba muy bien, miga consistente y corteza crujiente, con un recuerdo al panquemado, supongo que por el sistema de múltiple fermentación.
La primera entrada fue un lomo de caballa, en un punto muy correcto, con verduras, alcaparrones y un jugo de tomate. Nos gustó.
Le siguió una crema de calabaza con praliné de almendras, blanquet envuelto en hoja de repollo y pimienta rosa. En el fondo una crema de queso de cabra. Recordaba a una parte de un cocido deconstruído. Bueno.
Continuamos con un huevo poché con guiso de careta de ternera, lámina de bacon transparente y puré de patatas. Lo encontré muy sabroso, consistente y conjuntado.
Después llegó el plato de pescado, del menú sin arroz. Un sargo imperial con "raïm de pastor" (uña de gato). El pescado estaba en su punto.
Este menú continuó con un canelón de pollo de corral con salsa de manzana. El contenido del canelón estaba muy bueno, con sabor a pollo de verdad. La pasta que lo encerraba estaba irregular, con un horneado incompleto por abajo y tostada por arriba.
El plato de arroz que correspondía al otro menú era de verduras y sepia. El arroz meloso en un punto exacto de cocción, con buen sabor, pero con la sepia algo dura.
De postres en primer lugar una base de yogurt griego con un helado de calabaza y virutas de naranja confitada. Sencillo pero convincente.
El segundo postre consistió en una crema de café con flan chino, helado de naranja y granizado de amaretto. Una conjunción de sabores de difícil equilibrio, no le acabo de encontrar el nexo de unión. El flan chino recordaba a un tocino de cielo y el helado de naranja carecía de sabor a la fruta. Lo mejor era la combinación del amaretto con la crema de café.
Precio total por persona 53 euros con iva, incluídos cervezas, vino y pan. Los menús eran de 34 euros el del arroz y de 38 euros el de carne y pescado, estos precios son sin iva.
En conclusión cocina de sabores reconocibles, lo cual siempre es un punto a favor, ingredientes naturales de mucha calidad y bien escogidos y tratados. Menú con algunos altibajos, con platos de muy alto nivel de ejecución y sabor, junto a otros que requieren de un retoque para estar al nivel del conjunto. Muy buena opción para disfrutar de la mesa, justifica un desplazamiento a Xàtiva, aunque es una ciudad con atractivos suficientes para visitarla sin necesidad de más excusas.