Un espectáculo de color y diseño en la decoración de la sala y en los platos. Esa es la primera impresión que me dejó este restaurante.
Tonos cálidos por doquier, iluminación suficiente y discreta, enfocada al centro de las mesas, que es donde se necesita, buenas mesas bien vestidas, vajilla con mucho diseño, y siempre diferente, y copas casi adecuadas. Aunque no es este el caso, sobre las copas hay mucho que decir, las formas caprichosas de algunas de ellas no siempre favorecen el disfrute y aprovechamiento de los aromas y sabores de los vinos. Si no que se lo pregunten a los señores de Riedel.
La carta no es muy extensa, pero hay donde elegir, tres o cuatro platos en cada apartado. Tienen dos modalidades de menú degustación para la cena y uno para mediodía, bastante extensos, a muy buen precio.
La carta de vinos más que extensa, que no lo es, es muy representativa, con algún vino de casi todas las denominaciones de origen españolas. Tomamos un "Dido" del Montsant, en muy buenas condiciones y servido a buena temperatura y un "Ses Ferritges" de Pla i Llevant (Baleares) algo evolucionado y que no estuvo a la altura del primero, aunque también nos lo bebimos entero
Pedimos dos entradas para compartir y tres platos principales para tres personas. Nos sorprendieron con dos aperitivos, con una presentación muy cuidada y bien elaborados, el primero basado en distintas elaboraciones con setas, un pincho, una mini coca y unas bolitas de setas con mozzarella. Después otro aperitivo que era una deconstrucción de arroz al horno, con su arroz hinchado, espuma de tomate, crema de garbanzos, cubos de morcilla y un caldo de cocido muy sabroso (ver la foto).
Las entradas elegidas por nosotros fueron unos compactos de cigala y unas mollejas de cordero con témpura. Bien elaborados, en su punto y bastante sabrosos. El único problema fue que compactos de cigala pusieron dos piezas y éramos tres, un pequeño problema que solucionamos como lo de los panes y los peces de hace dos mil años.
De plato principal elegimos un costillar de cabrito crujiente y faisán con trufa blanca y negra. El cabrito estaba espléndido, el faisán normalito. La carne de ave, a pesar de las trufas, resultaba demasiado elemental, nos habían acostumbrado mal con los platos anteriores y ahora echamos en falta algo más de originalidad y creatividad. Pero estaba bueno.
Sin pedirlo nos sirvieron un prepostre, detalle de la casa. Helado de romero con infusión de frutos rojos.
De postra pedimos el brownie de chocolate, que resultó ser todo un espectáculo. Eso hay que verlo. Solo diré que viene encerrado en una cápsula con una humo aromatizado que se expande por la mesa al destaparlo.
También nos sirvieron unos "tubos de ensayo" que contenían fresa y kiwi, acompañados de unos "petit fours" (vamos pastitas) de magdalena y de bombón de chocolate.
Como detalle original, con cada plato sirven un pan distinto, incluso con el postre.
El café correcto. Lo cual no se puede decir en muchos sitios.
Buena experiencia. Un sitio a tener en cuenta. Precio medio por persona 50 euros.
Fecha de visita 19 de noviembre de 2008.
Dirección Periodista Ros Belda 4 (a espaldas de los cines Babel) Teléfono 963.891.902.