Recuerdo cuando en esta misma dirección estaba el restaurante afrancesado “La pequeña cocina”, mantenía la estructura de casa burguesa del Ensanche valenciano, con comedores de reducidas dimensiones adaptados a lo que en su día debieron ser las dependencias de la vivienda, con unas paredes pintadas de colores fuertes, recuerdo un rojo sangre intenso, que me producía cierta desazón y una sensación claustrofóbica, como si las paredes fuesen a caerme encima.
Afortunadamente con la llegada de Javier Aznar y Amparo Martínez al frente de lo que hoy es Sangonereta, esa estética cambió radicalmente. Evidentemente sigue en la misma dirección, calle Sorni número 31, de 46004 Valencia, pero el teléfono cambió, 963 738 170
Ahora predomina un tono claro en las paredes, las dimensiones no cambian pero la sensación del espacio es otra. La reforma ha modernizado el interior del local, perdiendo algo de su personalidad pero haciéndolo más confortable.
Aunque la descripción del local ya se hizo en una anterior ocasión, hay que insistir en el acondicionamiento de la sala y de las mesas, correctamente vestidas y equipadas. Como se aprecia en la foto el local tiene su encanto y resulta muy acogedor.
En esta ocasión no estaban ni Javier ni Amparo, y se notó un poco, sobretodo en el servicio de sala, la figura de Javi llena mucho, el personal que dejó esa noche al cargo de la sala tenía muy buena disposición, pero al 66 % del equipo se le notaba cierta indecisión y falta de experiencia. Espero que fuese una solución de emergencia, aunque con el tiempo suficiente seguro que acaban siendo buenas profesionales pues, como he dicho, se les apreciaba mucha voluntariedad y ganas de hacerlo bien. Al final el resultado fue satisfactorio.
La carta de vinos esta bien elaborada, bastante equilibrada y con suficientes referencias de interés, aunque los precios se podrían ajustar un poco más. Tome un Alto Landón. Vino de la DO Manchuela. Variedades: 50% Syrah y el resto Merlot, Cabernet Sauvignon y Garnacha Crianza: 12 Meses en barricas de roble francés y americano Un vino complejo en nariz y con carácter en la boca que iba a acompañar bien a los platos de carne que elegí.
La carta de platos es imaginativa, más interesante que otras muchas de su categoría. Se nota que hay un trabajo creativo y más teniendo en cuenta que las propuestas cambian con cada temporada.
Un detalle son las aceitunas que te sirven nada más sentarte a la mesa. Bien escogidas y sabrosas. Esa más clarita fue la primera en desaparecer. Gustan tanto que me dijeron que hay quien las compra para llevarlas a su casa.
De aperitivo me sirvieron una crema de queso de cabra con tomate confitado. Un conjunto de sabores apetitosos que despertaron mis papilas gustativas.
La variedad de panes adecuada para casi todos los gustos. Yo elegí y repetí el pan de aceite.
De primero un clásico de la casa, la terrina de conejo de monte con consomé de setas y hierbas aromáticas, con un helado de aceto balsámico y salteado de setas. Un conjunto de sabores bastante original, con temperaturas y texturas muy diversificadas.
De plato principal, una carne con un toque de creatividad, solomillo gratinado caramelizado y debajo de la capa de caramelo mostaza de Dijon. Una presentación atractiva que se sale de lo habitual. Iba acompañado de una patatas fritas elaboradas según los cánones, crujientes por fuera y tiernas por el interior.
De postre una golosina. Texturas de chocolate. Seis presentaciones diferentes de chocolate, desde una crema líquida hasta un crujiente, pasando por el brownie y bizcocho. Ideal para golosos e incondicionales del chocolate.
El café correctamente elaborado, para mi gusto, y consecuentemente con una buena elección de la materia prima, con un punto de tostado adecuado. Es gratificante encontrar cafés que dejan un buen sabor de boca.
En conclusión, una cocina para iniciados y para aquellos que les gusta disfrutar de la gastronomía. También un buen lugar para los que empiezan a descubrir las delicias de la buena mesa y quieren ir a lo seguro.