Siguiendo una recomendación de Pepe Solla, me fui a Tui a conocer este restaurante. Está ubicado en el interior del Hotel Tui Colón. En la calle Colón 11 de Tui, teléfono 986607000. Cuanta redundancia, hasta en los números del teléfono.
Se ha trasladado al Edificio RC Celta, Rúa do Príncipe 44, Santiago de Vigo, 36202 Vigo. Ahora ostenta una estrella Michelin y un Sol Repsol.
Lo dirige Alberto González Prelcic, un joven cocinero que, según lo visto, tiene un futuro muy prometedor.
El local es de los que a mí me gustan, luminoso, con grandes ventanales que iluminan toda la estancia sin necesidad de ninguna otra ayuda artificial.
El local está decorado con un estilo moderno. Las mesas de buen tamaño y bien vestidas con manteles de hilo. Copas Schott y cubertería Arthur Krupp. A la vajilla todavía no me he atrevido a darle la vuelta, sobre todo teniendo restos de comida. El único detalle que cambiaría del equipamiento serían las sillas. Aunque son ergonómicas, están realizadas en plástico y ya sabemos lo poco transpirable que es este material. Aunque la temperatura del local era muy correcta, ni frío ni calor.
El servicio, atento, amable, preparado y cordial.
La carta de vinos sigue la línea de casi todas las que he visto, una primera parte de blancos gallegos de todas las denominaciones, desde luego de bodegas poco conocidas pero excelentes. Después el resto de denominaciones y algún vino portugués. Al final unos destilados y vinos dulces muy interesantes.
Como el menú tenía un plato de carne, elegí un blanco para el principio, un albariño Leirana barrica 2006, de la Bodega Forja del Salnes. 19 euros más iva. Exquisito vino que acompañó perfectamente a todos los platos, tanto sardinas como bogavante. Pero no quiero adelantar acontecimientos.
La copa de tinto fue un Ribera del Duero, para acompañar a la carne, también muy bueno. Arrocal 2007, 3 euros más iva.
La carta de platos está inspirada en la materia prima de la zona, con un apartado estrella para los mariscos.
Como era mi primera visita y no sé cuando podré volver, me pedí el menú degustación, cuyo precio es de solo 39 euros más iva.
La primera cuestión del menú, el agua va incluida.
Segunda cuestión, el menú empieza con una degustación o cata de aceites, sales y mantequilla. ¿Cómo se os ha quedao el cuerpo?
Cuatro aceites, Baena, arbequina, Io (Extremadura) y Gironés. Tres sales, ahumada, al vino y flor de sal y una mantequilla artesana. Allí estuve probando de aquí y de allá, ahora esto, ahora lo otro. Todo exquisito.
Al poco rato continuó la fiesta, aperitivos gazpacho andaluz y cochinillo con pisto y naranja. Bueno todo, fresco y sabroso el primero y sorprendente el segundo, sobre todo la concepción del pisto en brunoise.
Después, parece que sabían mis gustos, atún rojo marinado con crema de rúcula y bortes de soja. Fantástico el atún. La crema de rúcula nada amarga. Buen plato.
A continuación vino un plato para cuestionarme mis preferencias, si el atún me había encantado, el bogavante asado, con setas perrochicos y jugo de vaca hacia temblar mis convicciones. Me quedo con el atún y con el bogavante también. Las setas no estaban a mi gusto, pero el bogavante no necesitaba de ningún compañero de viaje.
Pero aquí no se acabó todo, le siguió una sardina asada con maíz tostado y crema de pimiento del piquillo. Muy buena también.
A continuación un mero con cigalita y fideos de arroz con consomé de las propias cigalitas. Extraordinario, el mero, la cigalita y el consomé.
El plato de carne fue un carré de cordero, en un punto de cocción inmejorable, acompañado de mostaza a la antigua y pimientos de Padrón. ¡Qué bien le va la mostaza al cordero! Parecen hechos el uno para el otro.
De postres un sorbete de limón con gelatina de té y espuma de lima. Bueno, pero la espuma tenía un sabor algo extraño. No me atrevo a identificarlo, puede que no lo apreciase bien. El sorbete muy refrescante y apetecible en ese momento de la comida.
El último postre una delicia. Hojaldre artesano, con crema pastelera y mirabeles. El hojaldre exquisito. Los mirabeles son unas pequeñas ciruelas amarillas originarias de la Selva Negra (Europa Central) aclimatadas en la zona de O Rosal hacia los años treinta del siglo pasado. Se toman en almíbar o conservadas en aguardiente.
Llegados a este punto me invitaron a tomar el café en el salón que a tal efecto tienen montado anexo al comedor y convenientemente aislado.
Es un local muy alegre y moderno, se ve en las fotografías. Cómodo y en el que se puede fumar y tomar una copa relajadamente.
Yo tomé dos cafés, una copa de un oporto extraordinario, Seara D. Porto Special Reserve y un Montecristo del número 4, la ocasión lo requería. Esto fue acompañado de unos petit fours exquisitos, Piña colada, teja de almendra y trufa al armañac. Impresionantes.
La única pega es que este restaurante está a mil kilómetros de mi casa, pero los que vivís en Galicia y sus proximidades, no os lo perdáis.
Ha obtenido una estrella Michelín en el año 2012