Me gusta este sistema. Se está extendiendo por algunos establecimientos, aunque todavía son pocos. Me refiero a la buena práctica de vender los vinos al precio de tienda, como si te los fueses a llevar a casa, y cobrar una cantidad adicional por el descorche o servicio de copas.
Para mí tiene dos ventajas, una que el precio de los vinos no resulta tan abultado en la factura final y la otra es que, generalmente, se trata de restaurantes con una excelente oferta de vinos, lo que permite escoger dentro de una amplia gama.
Ésta característica la tiene el recientemente comentado Coloniales Huerta y también del que hablamos hoy “Tapavinos”. Hay una frase escrita en la cristalera del restaurante que resume la filosofía del establecimiento “El mundo del vino al alcance de todos”
Es un local muy bien situado, se encuentra en Paiporta, la estación de metro está a treinta metros del restaurante, y el tren tarda en llegar once minutos desde el centro de Valencia. Es la mejor manera de llegar y no hay problemas después con la bebida. Aunque también existe la posibilidad de aparcar en el aparcamiento público municipal gratuito que hay al lado de la estación. La dirección del restaurante es Salvador Giner 2, 46200 Paiporta teléfono 963 972 603.
El aire del comedor es informal y acogedor. El local muy luminoso, pues está en una esquina con amplias cristaleras. El servicio es atento y eficiente. Las mesas cómodas y amplias, las copas de la marca Stölzle. La música ambiente muy agradable, melódica y suave.
Además de la amplia oferta de vinos, existe la posibilidad de tomar algunos por copas, según una selección semanal propuesta por Miguel Ángel, sumiller y propietario. También hay una buena representación de cervezas artesanales e internacionales.
En la carta no existen platos con precio superior a los diez euros. También hay sugerencias fuera de carta, según las oportunidades del mercado, de acuerdo con la oferta de productos de la temporada. Hay una apuesta por la calidad de la materia prima.
Mientras tomabamos algunas de las cervezas nos sirvieron una tapa de queso de mahón.
Las cervezas elegidas. Spiga, una cerveza alcoyana, tostada y con carácter.
Y la otra una internacional Stella Artois. Cerveza lager, ligera y fácil de beber.
La modalidad elegida para comer fue seleccionar dos entradas de la carta y dos segundos de las opciones que había fuera de carta. Éste fue el resultado:
Anchoas del cantábrico y boquerones con tomate. Muy buena la opción de no poner el tomate directamente en el pan, así se evita que se ablande.
Acompañamos las anchoas con una copa de txacolí Ametza, de Bodegas Arzabro (Delika-Álava), se apreciaba claramente un fondo ahumado (turba) que combinaba muy bien.
Taboulé con gambitas y reducción de balsámico. Hidratado al vapor. Una presentación interesante, sencilla y elegante.
Para el taboulé pedimos una copa de verdejo de Rueda, el Palacio de Bornos. Muy conocido pero no por eso menos interesante.
Marmitako de atún. Ligeramente picante, un buen guiso, a pesar de que el atún se hubiera merecido un poco menos de tiempo al fuego para estar algo más jugoso. El punto del atún es muy delicado, es difícil mantener este plato para servirlo a distintas mesas sin que se pase un poco.
Jabalí estofado con cerveza negra. Carne tierna y con un toque picante muy agradable.
El vino que acompañó a estos dos platos fue Miros de Ribera, Bodegas Peñafiel D.O. Ribera del Duero. Variedad tinto fino, con doce meses de barrica. Un vino bien estructurado y que iba perfectamente tanto con el atún como con el jabalí.
Los panes, uno blanco fresado tipo mallorquín y otro de pimentón, elaborados en el restaurante.
También existe una excelente selección de destilados para después de comer.
Una interesante alternativa para disfrutar de platos bien elaborados, con buenos vinos a precio muy asequible.