Hace un mes que estuvimos en este restaurante, finales de enero, hemos vuelto en febrero, día 26. Como la primera impresión fue muy favorable, quisimos regresar a probarlo de nuevo. La experiencia fue muy gratificante.
El local de día es muy luminoso. Tiene en el exterior una terraza, en la cual, cuando llegue el buen tiempo, se tiene que estar muy bien.
Tomás, además de lo que figura en carta, a veces tiene algún plato preparado por si alguien se quiere dejar sorprender. Ese fue nuestro caso. Después de leer la carta, en la que se encuentran tanto platos de cocina creativa con algún que otro toque exótico, decidimos que el día era propicio para que nos sorprendiesen, aun a riesgo de saber que aquello podía salir por un pico, pero no fue así, Tomás se portó, tanto con la calidad y cantidad de los platos y vinos, como con el precio final.
Los aperitivos fueron los mismos del mes anterior, pero no es ningún reproche, pues ambos están exquisitos.
El primero, acompañando unas cervezas, fue una coca de verduras con boquerones en vinagre. Masa crujiente, con las verduras asadas encima y cubierto todo por un boquerón en vinagre en su punto, perfectamente elaborado.
Las croquetas de pollo de corral, de las cuales ya dije la vez anterior que estaban muy bien realizadas, con el exterior crujiente y el interior jugoso y sabroso, salieron exactamente igual.
Para los primeros platos pedimos también consejo respecto al vino que íbamos a tomar, nos recomendó un Mandolas 2006. Un vino húngaro elaborado por la Bodega Tokaj-Oremus con la variedad Furmint 100%. Un buen vino con una buena relación calidad precio.
El primer plato fueron unas fresquísimas ostras, traídas de Cambados, Pontevedra. En la boca eran de carne consistente y tersa. Muy buenas.
De segundo unas sorprendentes zamburiñas frescas, con una punta de ajo, jengibre, cebollino y un poco de sake en el momento de someterlas a una ligera vaporización. Exquisitas.
De tercero un pincho de gamba roja picada a cuchillo, con un cordón de aceite de trufa, sobre una salsa americana. Original presentación y frescura.
Llegó el turno del vino tinto. Como ya nos explicó Tomás en la visita anterior, ha buscado vinos en el sur de Francia y dispone de algunos escogidos, de los cuales le pedimos que nos sugiriese uno. Nos ofreció el Domaine Barville 2004 de la zona Chateauneuf du Pape. Un buen vino que acompañó bien a todos los platos, incluido el pescado.
De cuarto nos sirvió un montadito de crema de queso mezclado con trufa majada, encima de él un huevo trufado de codorniz, con unas lascas de trufa y aceite también de trufa. Una explosión de sabor. Magnífico.
En quinto lugar un rape enorme. Asado al horno con patatas y pimientos. Sazonado con una aderezo de origen marroquí. Toque exótico de la comida.
El rape estaba en su punto, sabroso y jugoso.
Para finalizar, en sexto lugar nos sirvió un lomo de buey con setas de cardo, champiñón y ajos tiernos, con salsa chimichurri. Este fue compartido, pedimos solo uno para el centro para probarlo. Buena carne y en su punto justo.
En este momento recibimos con alborozo, ya nos hacía falta, un digestivo sorbete de fruta de la pasión y naranja con pisco y cava. Sorprendente, muy agradable, fresco y muy conseguido. Nos encantó a todos.
De postre para culminar la comida, una tarta de masa de hojaldre, con crema de limón y merengue denso y ligeramente tostado. Muy buena.
La acompañamos de un vino dulce, Gomara Conarte, elaborado con pedro ximénez y moscatel de alejandría, y después unos gin tónic.
En conclusión fue una comida memorable, estoy deseando volver. Los casi sesenta euros pagados, sin bebidas, están muy justificados, por la calidad de lo servido y la cantidad de platos degustados.
Restaurante Vaixell. Calle 30, número 34. La Cañada. 46162 Valencia. 961 322 634.