Hacía tiempo que tenía previsto visitar este restaurante, dirigido con mucho acierto por Tomás Montán, y hoy ha sido posible, de forma imprevista, “pensat i fet” que es como mejor salen las cosas. Está en La Cañada, a poco más de 12 kilómetros de distancia de Valencia, en el número 34 de la calle número 30.
Por si alguien no lo sabía aquí las calles van numeradas en lugar de tener nombres, como Manhattan. Es muy fácil de localizar, al llegar a la rotonda que hay antes de cruzar la vía del metro, se gira a la izquierda, esa es la calle 30. Teléfono 961 322 634. Aquí su página web.
Es un local muy tranquilo, ya que estoy convencido de que está por descubrir. Está ubicado en lo que sería en su día una vivienda unifamiliar. Paredes claras y decoración minimalista, con chimenea y una iluminación moderada. Las mesas bien equipadas y la copas de la marca Riedel, perfectas.
El servicio es discreto, correcto y conoce perfectamente su cometido.
La carta de vinos que no es muy extensa pero bien escogida, incluye alguna opción de origen francés, seleccionados por el propio chef en algún viaje realizado a la zona de procedencia, concretamente Chateau de France de Pessac Leognan. Nosotros elegimos un Teófilo Reyes crianza 2006, de la DO Ribera del Duero. Elaborado con un 97,5% de la variedad tempranillo y un 2,5% de la variedad blanca albillo. Es un vino con unas notas afrutadas y una entrada en boca suave y compleja. Se dio la circunstancia de que la segunda botella no salió igual que la primera, aunque no estaba mala, simplemente menos aromática y más cerrada. Debimos pedir un cambio de copas, pues además teníamos los posos del vino anterior en las primeras. Un fallo que nos hemos de apuntar nosotros y el camarero.
La carta ofrece bastantes platos de marisco y pescado, con algunas incursiones en la cocina japonesa, con buenos resultados como pudimos comprobar. La calidad de la materia prima es excelente y su procesado parece impecable, por la forma en que llega a la mesa, sobre todo las distintas técnicas aplicadas a los pescados.
Con los aperitivos nos sirvieron una coca de verduras con bonito, muy conseguida.
El segundo aperitivo consistió en unas croquetas de pollo de corral, con una textura muy fina y un sabor espléndido. La fritura exterior me pareció la justa para que la croqueta mantuviese su forma y además nada aceitosa. Un diez para la croqueta.
De primer plato tomamos un tataki de bonito con una salsa de Nobu Matsuhisa, aceite de sésamo y vinagre de arroz, acompañado de rábano rallado. Estaba exquisito.
El siguiente plato fue una ensalada que llaman lyonesa, a base de espinacas con salsa de mostaza, bacon, costrones de pan y huevo pochado. Me lo acertaron, ya que me encantan las ensaladas de espinacas. La salsa suave y agradable. Un plato muy completo y equilibrado.
Seguimos con una tempura mixta, de verduras y sepia, acompañada de una salsa de soja excesivamente salada para mi gusto. Nos advirtieron esta circunstancia, tal vez deba ser así, pero para mí resultaba desagradable esa intensidad de sal. La tempura estaba suave y la sepia muy tierna por lo que opté por tomarla casi sin salsa.
Uno de los segundos platos que pedimos fue pescado rubio al vapor con aceite de sésamo y jengibre. Nadie nos resistimos a probarlo, estaba muy bueno y sabroso.
El otro segundo que pedimos fue el steak tartare, muy bien elaborado con carne de excelente calidad. Tal vez se podría haber especiado algo más, para mi gusto, aunque estaba muy bueno y tierno.
De postres unas profiteroles de masa casera, rellenas de helado de vainilla con chocolate caliente.
Y una tarta de queso.
Incomprensiblemente este local estaba casi vacío un sábado por la noche, éramos solo cuatro o cinco mesas. Seguramente la proximidad de La Cañada a Valencia hace que muchos residentes se desplacen a la ciudad para disfrutar de su ocio, pero el fenómeno se puede dar a la inversa, como hicimos nosotros, hoy en día no cuesta nada llegar hasta allí, siendo la mayor parte del recorrido por autovía, y está plenamente justificado y sobradamente recompensado comer o cenar en este local.
Precio pagado por comensal 47 euros.