De nuevo en La Cañada ¿por qué será? Porque Tomás Montán siempre se saca algún as de la manga que nos hace volver. En verano organizó las cenas a base de pinchos y raciones en la terraza, opción que sigue abierta, si el tiempo lo permite, si no en el interior. Ahora nos presenta platos de cocina casera de cuchara, para este tiempo que nos acompaña. La semana anterior hizo un “arrós amb fesols i naps” (arroz con alubias y nabos) que sólo pude disfrutar en facebook. Esta semana nos ofreció como plato de cuchara un gazpacho manchego.
La presentación del comedor interior cuida todos los detalles, además de tener chimenea de leña y exposiciones temporales de artistas plásticos, las mesas están vestidas con esmero y son realmente ámplias para comer varias personas.
De aperitivo me tomé una manzanilla, servida en la copa más adecuada para disfrutarla. Aunque lo tradicional es tomarla en una copa catavinos, donde mejor se aprecian todas sus cualidades organolépticas es en una copa de calidad para vino blanco joven.
Empezamos con un pincho de pastel de pescado típico de las barras de San Sebastián. Siguiendo el modelo del pastel de cabracho, Tomás lo elaboró con jurel de temporada. Estaba muy conseguido, suave y sabroso.
Siguiendo su recomendación, nos introdujimos en la cocina peruana, tan de actualidad hoy. Esto son unas brochetas que se llaman anticucho, elaborada, en este caso, con carne de ternera bastante especiada.
Continuamos con la cocina peruana, en esta ocasión una “jalea cevichera de codorniz”. La codorniz está pasada por una tempura, que quedó un poco reblandecida por los jugos de la cebolla, el cilantro y el resto de ingredientes. El ave totalmente deshuesada, salvo el extremo exterior del hueso del muslo para facilitar cogerla con la mano. Interesante plato resultado de la cocina de fusión japonesa-peruana.
Llegó el momento del plato de cuchara. Este era el instrumento receptor del condumio.
Aquí el resultado del trabajo de la cocina. Un enorme caldero de gazpacho manchego para tres personas. No sobró nada. Un sabroso fondo de carne en el que se había cocido la torta de gazpacho (lástima que no pudo ser la de Ayora, como estaba previsto. Es una torta cocida en el día y de textura diferente) El plato se completaba con las carnes de la cocción del fondo y de unos rebollones o níscalos. Muy bueno.
El vino elegido La Vendimia 2005, de la Bodega Marqués de Ulía de la DOC Rioja. Buen compañero para el gazpacho manchego. Cuerpo y armonía en la boca.
Los postres son un valor añadido en Vaixell. Vera Maier es una repostera de cuyas manos salen auténticas maravillas. Ya lo habíamos comprobado en otra ocasión, pero hoy nos ratificamos en aquella primera impresión. Este pastel strudel estaba estupendo, todavía calentito, recién salido del horno.
La tarta Sacher en la misma línea. Si veis la foto en la Wikipedia os daréis cuenta de que es idéntica. La repostería en este restaurante no se puede dejar pasar, hay que reservarse un hueco para el final de la comida.
Insisto, muy recomendable. Precio medio entre 20 y 30 euros.
Restaurante Vaixell. Calle 30, número 34. La Cañada. 46162 Valencia. 961 322 634.