Lo primero que te encuentras en este restaurante es la puerta cerrada. Hay un timbre al que has de llamar para que te abran. Una vez dentro te encuentras abundancia de madera y tonos rojos en las lámparas. Luz muy tenue y música suave y agradable.
Está en la avenida de Jacinto Benavente número 9, teléfono 963.810.114, en Valencia.
Las mesas de muy buen tamaño y muy bien vestidas. Las sillas impresionantes, enormes, recuerdan a la época victoriana o algo así. Cubertería, vajilla y cristalería muy correctas.
El servicio muy profesional, atento pero sin agobiar. El servicio del vino muy bueno. Con envinado previo y muy atento en el rellenado de las copas
La carta de platos tiene unas entradas selectas, ensaladas, marisco según precio del mercado, arroces, pescados y carnes. Los precios algo elevados para lo que después vimos que eran los platos.
La carta de vinos extensa, bien escogida, con referencias muy interesantes, pero haciendo sombra a los precios de la otra carta. Pedimos un Belondrade y Lurton, de la DO Rueda. 35,20 euros. Un vino excelente, que me encanta. Muy bien servido.
De entrada, como detalle de la casa nos sirvieron una espuma o crema de patatas bravas. Es impresionante la sensación de estar comiéndolas en cada cucharada. Se nota la patata, el ajoaceite y el pimentón. Lo mejor de la cena.
Yo me pedí de primero una vieira con salsa de queso y crujiente de jamón. Un plato sin grandes complicaciones que costó 12,73 euros. Mi acompañante se pidió erizo de mar relleno de centollo, con huevas de erizo y bechamel gratinado. Muy suave y sabroso. 11,66 euros.
De plato principal tomé San Pedro, un pescado de roca, que no figuraba en carta, acompañado de unas verduras en papillote y aceite de perejil. Estaba un punto de más, le faltaba jugosidad, la piel se veía muy tostada y eso afectó a la carne del pescado. Las verduras muy buenas, en su punto, algo crujientes, como me gustan.
El plato principal que tomó mi amigo fueron unos salmonetes desespinados con foie fresco, cebolla caramelizada y huevas de erizo. Según manifestó estaban faltos de sabor, tal vez exceso de plancha también. 23,43 euros.
De postres nos pedimos, yo un strudel de frutas, con frutos del bosque, salsa inglesa y helado de canela. La masa del strudel me decepcionó, había probado el día anterior una magnífica, la crema inglesa no me gustó, la dejé, me sabía extraña. El helado de canela que acompañaba al strudel estaba rico. 6,85 euros. El otro postre fue el “Culto a la horchata”, llevaba un pudin de “fartons” y un flan de horchata, de las dos cosas el pudin me dijo mi amigo que estaba mejor, yo lo probé un poco y me gustó. 7,28 euros
Los cafés muy buenos. Con petit fours de chocolate negro y blanco, detalle de la casa. Los acompañamos de una copa de Anselmann Ortega Trockenbeerenauslese, vendimia tardía. Excelente.
En total pagamos 152,94 euros, pero hay que tener en cuenta que el vino y las copas que elegimos eran bastante caros. Los cuatro platos que tomamos, sin vinos ni cafés, suman 70, 50 euros, incluido el iva.