Este es uno de esos restaurantes con aire de taberna antigua, que causan muy buena impresión en la entrada. Piensas ¡hombre algo diferente y auténtico! Las mesas son de mármol blanco, sobre una clásica estructura de hierro forjado, como las tabernas de antes. La cocina está abierta al cliente, tras una barra que solo se puede cerrar con unas persianas de láminas. Como el local es pequeño todo está muy cerca y la comunicación es sencilla y rápida. Está en la calle Pintor Salvador Abril número 28 de Valencia, junto al Mercado de Ruzafa. Teléfono 654 849 333.
Atiende la sala el propio Rafa Botella, con conocimiento de causa y agilidad, el solo es casi capaz de atender a todo el restaurante cuando está lleno. De vez en cuando, si es necesario, sale alguien de detrás de la barra para echarle una mano.
La carta de vinos es muy reducida. En este punto me llevé una gran desilusión, pues había leído en algún sitio, que tenía muchas y muy buenas referencias. Ya ves siempre se aprende algo nuevo “No te has de fiar mucho de lo que escribimos algunos en Internet, procura contrastarlo”. El 50% de los vinos me parece recordar que son valencianos, esto está muy bien, el resto una mínima representación de cuatro denominaciones de origen españolas, pocos blancos y menos rosados y cavas. Supongo que estos dos últimos por el tipo de carta deben tener muy poca demanda. Las copas muy mejorables (ARC France) y el servicio del vino correcto. Los precios muy ajustados.
Nosotros tomamos un Tobía Selección del 2006, de la DO Rioja, hacía tiempo que no lo probábamos y nos apeteció. Elaborado principalmente con la variedad reina de la zona, la tempranillo, con un año de crianza en barricas de roble francés y americano. Es un vino de la nueva línea de La Rioja, más afrutado y menos maderizado que los clásicos de antes.
La carta de platos no es muy extensa, pero esto, al contrario que la de los vinos, me parece una virtud, indica que la materia prima tiene rotación. Hay que desconfiar, en líneas generales, de las cartas extensas ¿qué pasa con lo que no se consume en un corto plazo? ¿Está congelado o se recicla? Aquí no es el caso. Hay unas pocas entradas originales y con bastante atractivo y unos segundos algo más tradicionales, pero también interesantes. Nosotros nos decantamos por pedir cuatro entradas que nos llamaron la atención, lo cual fue suficiente para cenar.
Mientras estudiábamos las cartas nos pedimos de aperitivos una cerveza, que tuvimos la fortuna de que fuese “Altura de vuelo” la novísima cerveza valenciana elaborada en Casas del Rey-Requena (Valencia). La otra sorpresa fue encontrar en la carta el vermú Izaguirre. También lo pedimos, cada uno una cosa, desde luego. Esto demuestra una inquietud por ofrecer buenos productos en la taberna.
La primera de las entradas que encargamos fueron las sardinas en vinagre de Módena, acompañadas de una crema de dátiles. Las probamos primero solas pero resultaron muy fuertes y saladas. Mezcladas con la crema de dátiles se podían comer y hasta resultaban interesantes. Vuelvo a reconocer como en otras ocasiones que tolero bastante mal el vinagre, pero el de Módena es más suave y suelo aceptarlo mejor. Este plato lo encontré muy fuerte y un poco pasado de sal.
La segunda entrada consistió en unas alcachofas rellenas de sobrasada y un huevo de codorniz. Estaban fantásticas. La combinación de los tres elementos era armoniosa y agradable de tomar. El mejor de los cuatro platos. Tuvimos que pedir agua para acompañarlas, ya se sabe que el vino con la alcachofa da un sabor metálico muy fuerte y desagradable.
La tercera entrada servida eran unos “rollets” (rollitos) de morcilla y manzana, también rociados con vinagre de Módena. Estaban buenos y la morcilla y la manzana combinaban bien. Otra vez vinagre de Módena.
El último de los platos fue atún fresco macerado en vinagre de Módena durante unas horas y luego en aceite de oliva. Iba acompañado de unas extraordinarias piparras (guindilla vasca). De todo lo servido fue el producto de más calidad, de verdad estaban muy buenas. El atún excesivamente macerado y salado.
De postre nos ofrecieron un “dulce de Germán”, atribuido a un amigo del propio Rafa Botella. Receta secreta. Era una especie de flan con algo de galleta y café y alguno o algunos ingredientes más. Exclusivo de Casa Botella.
En conclusión, me parece una empresa interesante, con buenas ideas y una línea clara que apuesta por el producto de mercado y un precio muy asequible. Como negativo señalar que hay que avisar al cliente cuando de cuatro platos está pidiendo tres con vinagre de Módena, por muy de moda que esté. Y el exceso de sal de algunos de los platos. A causa de las las alcachofas y el vinagre nos sobró bastante vino, de una botella para dos, lo cual no es habitual en nosotros. Precios moderados.