Me acabo de unir a un grupo de aficionados a la buena mesa, pero no se limitan a elegir un restaurante y sentarse a comer sin más, sino que tratan de darle una línea temática a sus comidas. El año pasado estuvieron relacionando el entorno de la comida con el arte y los edificios históricos de Valencia. Visitaban un museo o un edificio emblemático y comían en su interior, si era posible, o en sus alrededores, bajo la influencia del lugar visitado.
Este año el tema es cocina étnica y regional. Vamos a ir alternando entre restaurante de cocina regional española y cocina internacional, típica del país de origen.
La primera experiencia fue en un restaurante tailandés de reciente apertura en la calle Joaquín Costa, que nos defraudó tanto que hemos decidido no tenerlo en cuenta y empezar a contar a partir del siguiente, que atendiendo al orden alternativo que nos habíamos fijado corresponde a la cocina española.
El elegido fue este restaurante tradicional gallego, situado en un chaflán de la Gran Vía de las Germanías, número 9, en pleno barrio de Russafa, 46006 Valencia, teléfono 963 310 087.
Es un local de pequeñas dimensiones, tendrá alrededor de unas diez o doce mesas. Bien equipadas con sus manteles blancos, pero con unas copas que no hacen justicia a lo demás. Son bastante mejorables.
El servicio correcto y eficiente, aunque bien es cierto que había muy poca gente y es difícil valorar en esas condiciones. Habría que ver como se desenvuelven con el local lleno.
La carta de vinos me sorprendió, los blancos muy bien representados, en cantidad y calidad, pero los tintos, con menos representación, me pareció que estaban muy bien escogidos. Con bastantes referencias del noroeste de España.
Nosotros pedimos Lalama, tinto de la Ribeira Sacra, elaborado por la bodega Dominio de Bibei, con las variedades mencía, garnacha, brancellao y mouratón, criado durante 21 meses sobre sus propias lías, un 35% en foudres y un 85% en barricas de roble francés de 300 litros. Esta es una muestra de la calidad de los vinos que tienen en carta. Es un vino que encanta.
La carta de platos bastante extensa, lo cual “a priorí” es una virtud, pero puede volverse un contratiempo, ya que mantener tanto producto fresco en la despensa es complicado si no se cuenta con una buena afluencia de público.
Acudimos atraídos por los platos típicos que semanalmente elaboran, cada día se oferta una especialidad gallega. El plato más popular de este restaurante es el cocido gallego, que elaboran todos los jueves. Tienen en carta atractivas piezas de carne y pescados. Además platos de cuchara tradicionales gallegos y menú degustación a un precio muy asequible.
Aunque era viernes preguntamos por el cocido y nos dijeron que sí tenían, por lo que nos aventuramos a pedirlo.
En primer lugar nos pusieron un tazón del caldo del cocido o consomé, con un buen sabor muy tradicional, algo excedido de sal pero se podía tomar bien.
Después vino el plato del cocido. Una buena ración, con abundancia en cuanto a cantidad y variedad. Llevaba lacón, oreja, chorizo, beicon, repollo, grelos, patata, garbanzos y zanahoria. Sufrimos un ligero desencanto, ya que las patatas y los garbanzos los encontramos un poco duros. Supusimos que el cocido que nos sirvieron debía ser del día anterior, jueves, que es cuando está anunciada su elaboración. No obstante todos hicimos votos por volver y probar otras especialidades de la casa, ya que nos causó muy buena impresión.
De postre pedimos queso con dulce de calabaza. Estaba muy bueno. El queso era de tetilla y el dulce de calabaza muy conseguido. También tomamos tarta de queso.
La cuenta ascendió a 125, 50 euros, que entre cuatro personas supone poco mas de 31 euros cada uno, con agua, cerveza, vino y cafés. Nos invitaron a orujo.
En conclusión, aunque la experiencia no resulto todo los gratificante que esperábamos, debido en parte a nuestro error al pedir un plato que sabíamos que se elabora en día distinto, aunque no se nos advirtió de ello tampoco, pensamos volver y probar otras especialidades de la casa. Recomendable.