Para disfrutar sin pensar en nada más ¿no es lo mejor?
Si algo define a este restaurante es la calidad de su materia prima, hasta el punto de que su oferta se basa en la mínima manipulación de ésta. Cocción en agua de mar, plancha o un mínimo rebozado a la andaluza, son sus técnicas básicas de elaboración. El resultado es espectacular, sabor auténtico y frescura incuestionable. En esto radica todo su éxito, lleno hasta la bandera y doblando con días de antelación. Ahora, por las circunstancias de la Covid-19, solo hay cuatro mesas, y la barra también requiere de reserva, por lo que hay que anticiparse con bastante tiempo para conseguir un sitio y así disfrutar de sus deliciosos platos.
Aquí no hay carta, te van sacando platos hasta que tú dices basta, pero te aseguro que te cuesta decir que paren. Sobre todo cuando ves que empezamos con este espectacular plato de gamba roja y cigalas.
A continuación te sacan unos mejillones impecables, que parece que los hayan maquillado antes de ponerlos en el plato. Fantásticos y muy sabrosos. El punto exacto y la salsa justa y adecuada.
Alguna vez te habrás encontrado con un plato de tellinas (coquinas) a la plancha que te dan miedo, pensando que vas a comer más arena que molla. Aquí al servirlas ya te advierten de que aunque te encuentres alguna cerrada no te preocupes, ábrela y cómela sin miedo, están todas buenas. Y así es.
El carrusel no para, a continuación un plato con chipirón y sepieta, a cual de los dos más tierno y sabroso. A estas alturas estoy completamente entregado, todo me encanta.
Para rematar una fritura de pescadito que parece que no haya tocado el aceite. Boquerón, palaya (similar al lenguado, pero de menor tamaño) y algún espécimen más. Está mal que lo diga, pero me los comí con glotonería.
Después de todo esto no hay sitio para el postre, aunque te dan la opción de seguir con más platos y postre si quieres. Tú pones el tope pero todo tiene un límite.
Igual que hay un único menú hay un único vino, o cerveza de grifo, tú eliges, o una cosa o la otra.
Está claro que hay que adaptarse a las condiciones o directrices del local, pero aún así vale la pena. Quien quiera ir que lo planifique con tiempo, el propietario se pasa la mayor parte del tiempo al teléfono diciendo que está todo completo.