Un valor seguro
Alejandro del Toro no tiene el reconocimiento que se merece en Valencia. El nivel de su cocina es alto, de los mejores de la ciudad, el servicio de sala y bodega, a cargo de Yaneth Álvarez, es impecable. No existe carta, pero ofrece cuatro menús variados (entre 26'50 y 89 euros), con alternativas para algunos de sus platos. Realiza una cocina creativa y de mercado, por lo que sus propuestas suelen variar con frecuencia. Nosotros nos decidimos por el Menú Luna, que consiste en tres entradas, un pescado o carne, a elegir, y un postre.
La primera entrada era esta crema de calabaza a la naranja, con azafrán, mejillón gallego, almejas y hueva de arenque ahumado. Lo que mejor define este plato, dando por sentado la calidad del producto, es el equilibrio entre todos sus ingredientes.
Crujiente de dorada de anzuelo con espinacas, brócoli, muselina blanca y sardina ahumada. Esta entrada parecía casi uno de los principales, por su entidad y presentación. Muy rico.
Según figura en la carta "Nuestra versión de gazpacho manchego con espuma de patata". Para ser justo, tengo que decir que en el podio de los entrantes éste ocuparía el tercer puesto. No hay nada que objetar a la versión que ha hecho Alejandro de este popular plato, simplemente no me enamora, como sí lo hacen los anteriores.
Bonito asado a media cocción, gambas, espencat de verduras de temporada y mahonesa de chipotle ¡Espectacular! Hubo unanimidad. Este plato es el mejor, todos sus ingredientes, hasta por separado, son dignos de alabanza. El conjunto resulta impresionante. De nuevo vuelve a destacar el producto y el equilibrio en el plato.
Membrillo casero, con helado de leche merengada, crema de anís y queso valenciano. Excelente combinación de cuatro elementos que integran este postre. No le sobra ni le falta nada.
Atendiendo a la recomendación de Yaneth Álvarez, elegimos este Elías Mora, crianza de la cosecha del 2015. Un acierto de la sumiller.
En los detalles se aprecia el oficio y maestría de los profesionales. Con este decantador el vino estuvo en su plenitud durante toda la comida.
Creo que no puedo añadir nada más, una visita de vez en cuando es imprescindible.