A veces un contratiempo te da una buena alegría. Íbamos buscando un restaurante para comer del que teníamos buenas referencias, pero nos encontramos que estaba cerrado por vacaciones, sin que lo hubiesen notificado en su web, decidimos ir a otro cercano del que también teníamos referencias y resultó que era su día de descanso semanal. Al lado de éste último vimos el "Bar El Café" y apostamos por él, ya que nos quedaban pocas opciones cerca de allí viendo la hora que era. Fue un auténtico festival gastronómico, tanto es así que volvimos otro día para repetir la experiencia.
Lo primero que sorprende es la carta de mariscos que ofrecen. Desde los percebes, hasta bogavantes, pasando por el centollos, gambas, bígaros, berberechos, almejas, buey de mar, etc. Fuimos directos a por lo que nos pareció en principio más interesante, estos percebes estaban excelentes.
En carta este plato figura como "gambinas fritas". Lo pedimos porque nos recordó a unas gambas que probamos en Gandía (gambusín) y aunque no son idénticas si que tienen cierto parecido, pero estas no van rebozadas como aquellas. Son tan tiernas que se comen enteras, sin necesidad de pelar. Una gozada.
El "pixín" (rape) es el pescado que más adoran los asturianos y los entiendo, está exquisito de cualquier forma. Esta manera de presentarlo es quizás la más habitual, en tacos rebozado y frito. Como si fueran bombones me lo como yo.
Al boquerón por aquí lo llaman "bocarte". Está fresquísimo y sabroso. Había que comerlo y más de una vez.
Entre los postres también había cosas interesantes como esta copa de helado de mandarina con requesón y reducción de Px. Excelente.
Con el vino tuvimos la suerte de tomar la última botella que les quedaba de este DO Ferreiro Cepas Vellas. Un Rías Baixas (Albariño) de mucho nivel. Según se dice procede de una cepas muy viejas de más de 200 años. Un vino con gran complejidad, un paso por boca con fuerza y una gran finura. Un albariño de una elegancia extrema y una armonía extraordinaria. Muy buena acidez y una concentración deliciosa.
Después de aquella primera experiencia quisimos repetir, pues nos encantó, así que volvimos unos días después para probar más cosas, pero a lo que no pudimos resistirnos fue a los percebes de nuevo, había que aprovechar la ocasión.
Unos berberechos siempre apetecen, tan frescos y limpios como estos aún más.
También repetimos los bocartes (boquerones) pero esta vez con un añadido de jamón frito. Magnífica combinación.
Te preguntarás ¿Qué hacen unas patatas fritas aquí? Bueno pues te lo explico. En alguna ocasión anterior nos sorprendió el sabor de las patatas en Asturias, están muy buenas y en todas las cartas hay un plato en el que van acompañadas de dos o tres salsas. Pedimos que nos sirvieran un plato con la salsa que a continuación te mostraré.
¡Qué salsa iba a ser si no la de cabrales! El rey de los quesos asturianos, con permiso del Gamoneu. Mojar patatas fritas en esta salsa es un lujo que no deberías perderte.
Aquí los pimientos del piquillo rellenos de marisco no son una broma.
Porque aquí no vienen rellenos con una salsa triturada en la que no se sabe que han metido, aquí dentro del pimiento hay tiras de marisco que se ven a simple vista. Sin trampa ni cartón.
De postre se nos antojó la tarta de queso. Buena, sin duda, pero no la mejor.
Como he dicho antes, en la visita anterior nos acabamos la última botella que les quedaba de DO Ferreiro Cepas Vellas y la alternativa fue este vino de Monterrei, también gallego, pero elaborado con Godello por la Bodega de Antonio Montero. Con un perfil aromático muy complejo, fruta blanca con toque herbáceo y fragancia floral. Potente, glicérico e intenso. Cumplió muy bien.
Supongo que ya sabes como se las gastan por Asturias con el tamaño de las raciones, pues con las bebidas y las copas también. Nos ofrecieron un chupito y comprueba tú mismo su tamaño comparado con una moneda de un euro. Chupito lo llaman.
Si quieres disfrutar apunta este restaurante, no te arrepentirás.