La materia prima califica la calidad de estas tapas
Que un bar esté abierto desde 1947, con una clientela asidua y flotante bastante numerosa, es sinónimo de éxito, basado en el trabajo y la excelencia de la materia prima. Cuando su fama trasciende de los límites naturales del barrio en el que está ubicado es señal de que hay que visitarlo.
No hacen reservas, (Ahora sí) pero según explicitan en su web, nadie se va sin comer. El horario de cocina es amplísimo, de 8 a 24 horas, por lo que se puede ir en cualquier momento del día a tomar lo que sea, ya que está todo rico. Todo lo que he probado, claro. Cierra lunes y domingos, además de todo el mes de agosto. En la foto lo tenéis todo muy bien explicado.
Existe la opción de tomar algunos vinos por copas, incluido cava y champagne. Pero también dispone de una amplia bodega, que está a la vista, para poder elegir otros vinos por botellas.
Hay una buena selección de champagne.
Y también de whiskey.
Pero a lo que habíamos venido era a las tapas. Las hay en abundancia, desde los clásicos pinchos de tortillas variadas, las imprescindibles patatas bravas, una excepcional ensaladilla, sepia a la plancha, puntilla, pulpo, tellinas, calamares, etc.
Como era verano y la hora del aperitivo, probé una sepia cocida con mayonesa que estaba muy tierna. Me encantó.
Y para finalizar un extraordinario salpicón de marisco con gambón, sepia, pulpo y mejillones.
Animaos, está un poco apartado del centro, pero vale la pena acercarse hasta la calle Doctor Zamenhof, hacia el final de la Gran Vía de Fernando el Católico, y disfrutar de sus elaboraciones.