Venir a Ca Pepico es garantía de comer y beber bien, gracias al excepcional producto que utilizan y la buena gestión que hacen de él. Hablar de vinos aquí es meterse en un terreno en el que nos vamos a perder seguro, Pep Ferrer es un gran erudito en esa materia, sabe y tiene para ofrecer mucha sabiduría, déjate llevar por él y disfrutarás seguro. Pero además te puedes encontrar alguna sorpresa como en esta ocasión que tuvimos la oportunidad de probar un aceite cuyas olivas se cultivan aquí mismo, en el Barrio de Roca, de olivos situados a escasos metros del restaurante. Está elaborado en la almazara de Altura (Castelló), los árboles son propiedad de una agricultora de Roca, son de la variedad koroneiki, que tiene su origen en Grecia. Todavía hay muy poca producción, nació para consumo propio, pero ha sido tal su éxito que ya se distribuye mediante venta directa a restaurantes y algunos particulares. Es muy suave, con aroma a mata de tomate, un toque ligeramente amargo y buen cuerpo. 

Es tal la calidad del producto que se ofrece aquí que resulta hasta más fotogénico. Mira e imagina estas anchoas de Rafa López que van acompañadas de mantequilla de oveja de Calaveruela. Dos productos excelsos que se subliman mutuamente. Una buena anchoa junto a una buena mantequilla crecen exponencialmente. ¡Pruébalo!

Nada más llegar las anchoas a la mesa apareció Pep Ferrer con unas copas para que las acompañasen. Un fino del Equipo Navazos, saca de agosto de 2022. Un vino complejo e intenso, con un paso de boca untuoso. Delicioso. Se casó con las anchoas y fueron felices.

Seguimos con unas alcachofas a la plancha cubiertas por un velo de panceta curada. Seguramente proceden de alguna huerta de los alrededores y estaban recién recolectadas. Muy tiernas y sabrosas.

Ya sabes de la dificultad de combinar una bebida que le vaya bien a las alcachofas, nuestro vino de la mesa era un Chardonnay, estábamos en esa disyuntiva cuando aparecen dos copas de manzanilla La Riva “Manzanilla Fina Miraflores Baja” elaborada mediante el tradicional envejecimiento dinámico de criaderas y soleras. Es una manzanilla intensa, que en nariz nos ofrece aromas cítricos y de frutos secos con notas de tiza, acompañados por su característica salinidad, con paso en boca sutil y fresco. Perfecta para este plato.

En esto que llegó este espectacular calamar, estuvimos elucubrando sobre lo que debió de pesar. En lo que no tuvimos que pensar fue en su calidad, era patente, estaba exquisito. Una carne tersa pero tierna y muy gustosa. Tardamos un rato en poder acabarlo.

Entretanto, de modo providencial, llegaron a la mesa sendas copas de esta Manzanilla Fina Solera Playa, fresca, etérea y sápida. En nariz destacan aromas de velo de flor pronunciados y en boca es sápida, vertical, salina y persistente. Nos dejó entusiasmados. Una manzanilla para conseguir y volver a disfrutar.

La frescura del producto es una seña de identidad del restaurante, por eso quisimos probar los boquerones en fritura. Exquisitos, con ese detalle de la ralladura de limón que les aporta un agradable aroma y un destello cítrico en la boca. Nos los comimos tan rápido como pipas de girasol.

Con los boquerones pudimos disfrutar de este fino en rama de Primitivo Collantes, criado bajo velo de flor durante un periodo de cinco años. Se seleccionan las mejores botas de la solera, de entre un total de 825, sin someter el vino a ningún proceso enológico ni tratamientos de filtración ni clarificación. Color pajizo intenso, aroma punzante y alta salinidad. Una joya.

Acabamos la parte salada con este atún a la plancha con pisto. El pescado estaba muy rico, pero quiero contaros como estaba el tomate frito, ES-PEC-TA-CU-LAR. Ahí hay tiempo de chup-chup. Un plato digno de cerrar esta gloriosa incursión en la cocina de Ana Ferrer.

Para tomar con el atún Pep Ferrer nos presentó a este Beaujolais, elaborado con la clásica variedad Gamay, de Domaine Yvon Métras. Muy floral y especiado, fresco y ligero en boca, aterciopelado. Una bonita experiencia tener la oportunidad de probar este vino, encajó perfectamente con la acidez natural del tomate.

Uno de los postres que pedimos fue la tarta de queso de la casa. Excelente.

El otro fue esta tarta Tatín de manzana con helado de mantecado. Fantástica también.

No podía faltar una copa especial para los postres y que mejor que este moscatel de Gutiérrez de la Vega. Pura fruta fue la definición de Pep Ferrer. Sin duda uno de los grandes vinos.

Entre copa y copa de generosos, beaujolais y Casta Diva, fuimos disfrutando también de este magnífico Chardonnay del Jura de Nicolas Jacob, criado sobre sus lías durante 22 meses. Un vino con mucha complejidad y frescura al mismo tiempo. En boca notas florales y especiadas. Buena persistencia. Una delicia de vino que se adaptó a casi todos los platos perfectamente (excluyo las alcachofas). No te haces una idea de lo que hay en la bodega de "Ca Pepico".

Siempre que voy me pregunto porque no vuelvo con más frecuencia.