Imprescindible si estás en Pilar de la Horadada
Una buena recomendación nos hizo ir a Casa Araez. Parece inverosímil que un restaurante con este nivel de calidad en la ejecución de sus platos, el esmero en el servicio de sala y una bodega tan cuidada, no aparezca en las guías gastronómicas más populares. No obstante el local estaba lleno un jueves a mediodía. Es decir que no necesitan de publicidad ninguna, ya que el boca a boca les funciona, lo cual es lógico, por lo bien que allí se come.
La carta está confeccionada en su gran mayoría con platos de cocina mediterránea, como los que se ven en el extracto de arriba. De los que al releerlos se me hace la boca agua.
Pero también hay platos de cocinas foráneas. Lo cual le da una amplitud a la oferta gastronómica bastante inusual y muy atractiva. Además la elaboración de todo lo que probamos era excelente.
Lo que tenía claro es que había que probar el burrito poblano con chile guajillo. Una presentación muy colorida, debido sobre todo al pico de gallo, y un sabor muy bueno, con su punto justo de picante. Notable.
Hay platos tan clásicos que sirven de medida estándar para comprobar la calidad de lo que se ofrece. Haber probado muchos de estos te permite establecer un baremo para medir el nivel de lo que te sirven. Este steak tartare superó la prueba con creces. Carne de calidad y unos aderezos muy bien integrados.
Sandwich de pierna de cerdo ahumada y desmenuzada, con bacon, queso cheddar, chili jalapeño y cebolla crujiente en pan mollete. Exquisito este bocadillo, de lo mejor. Sabroso. Está muy conseguido.
Pollo a la parrilla marinado en salsa Thai, chile dulce, pimientos rojos y verdes, repollo y cacahuete servido con fideos de arroz. Espectacular, qué compendio de sabores y qué equilibrio entre todos ellos.
De postre un tiramisú. También estaba bueno.
De la extensa y bien presentada carta de vinos escogimos este Carmelo Rodero, con nueve meses en barrica, que nunca defrauda, menos aún sus hermanos mayores. Un vino elegante. Aromático, con notas de vainilla y frutos del bosque y con un paso de boca equilibrado y aterciopelado. Una buena elección siempre.
La cristalería de calidad, copas Schott Zwiesel. Aunque la mantelería un poco recargada.
Si me pierdo en Pilar de la Horadada buscadme aquí. No os defraudará seguro.